Tegucigalpa

Proponen nueva herramienta de financiamiento

Amitigra plantea el cobro de 34.26 lempiras en la factura del agua, lo que dejará L 40 millones para protección de cuencas.

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18.06.2013

Una gota cae estrepitosamente del cielo y las hojas de los árboles de La Tigra retienen momentáneamente su viaje.

Toma el tiempo oportuno para descansar y salta del verde colchón para aterrizar en la tierra.

Ahí, se escabulle entre el terreno y escoge una ligera corriente de agua de la microcuenca de Jutiapa para seguir el viaje.

Casi de forma mágica, el afluente se vuelve más caudaloso y solo la planta potabilizadora de El Picacho, a once kilómetros de la capital, contiene su imponente ritmo para generar unos 30 millones de metros cúbicos de agua.

Luego, este recurso recorre varios kilómetros para abastecer del vital líquido a 94 comunidades del Distrito Central, Valle de Ángeles, Santa Lucía y Cantarranas.

Es un largo proceso para dar un beneficio vital a unas 140 mil personas que dependen de la producción hídrica de la zona, -sobre todo de la capital-, pero la mayoría ignora la importancia de su preservación.

Y es que, además de la desidia de sus protegidos, el parque nacional resiente el poco presupuesto asignado (apenas cuatro millones de lempiras) para hacerle frente a sus grandes necesidades.

Financiamiento

Escarbar en las desérticas arcas del Estado ya no es una opción, por lo que la fundación Amigos de La Tigra (Amitigra) propone una nueva herramienta de financiamiento y sostenibilidad.

Ivo Alvarado, director técnico de Amitigra, reveló que para sortear la falta de recursos económicos es necesario implementar el sistema de Pago por Servicios Ambientales (PSA).

Esta figura consiste en que los capitalinos abastecidos con el agua de La Tigra hagan un pago especial para la preservación forestal del recinto, explicó Alvarado.

El cobro se incluiría en el recibo del agua que emite el Servicio Autónomo Nacional de Acueductos y Alcantarillados (SANAA) y pasaría directamente al Fondo de Áreas Protegidas.

Los estudios estiman que la tarifa mensual debe ser de 34.26 lempiras por abonado. Basados en que unos 110 mil capitalinos están conectados a la planta de El Picacho, se podrán recaudar 3.7 millones de lempiras al mes.

Al año, se lograrían aproximadamente entre 40 y 44 millones de lempiras; la mitad del fondo lo absorberá La Tigra y la otra se destinará para el resto de las cuencas capitalinas.

El director técnico de Amitigra es consciente que la población nunca recibe positivamente un nuevo tributo, pero es un sacrificio más que necesario.

“A diario una familia siempre compra dos refrescos de 30 lempiras. Entonces, ¿Por qué no sacrificar uno de ellos para aportar al cuidado de esta área protegida?”, reflexionó el experto.

Asimismo, aseguró que la aportación de los ciudadanos es simbólica comparada a la cifra que sugerían los estudios, que era de 250 lempiras por abonado.

Alvarado reveló que la aplicación de la herramienta pasa por el Congreso Nacional (CN), luego de una moción presentada en 2011 por el diputado demócrata, Ramón Velásquez Názar.

Actualmente, la propuesta está en revisión y el 21 de junio se concretará la última reunión para debatirla en el pleno del Poder Legislativo.

Serias amenazas

Pero, mientras los recursos no sean tangibles, las amenazas seguirán rondando al pulmón ecológico que tiene 24,040 hectáreas de extensión.

Para el caso, unas 1,500 hectáreas de bosque se consumen por año, producto de los incendios.

El avance de la frontera agrícola y de las urbanizaciones también presiona a la naturaleza de La Tigra.

Y es que los cultivos ya se adueñaron de 1,267 hectáreas y unas 30 mil personas habitan en 1,190 hectáreas, lo que impacta en la capacidad productora.

Pero lo que más preocupa es que el 70 por ciento del área núcleo -un terreno de 7,571 hectáreas donde nacen los afluentes de agua- son propiedad privada.

Alvarado precisó que realmente se ocupan unos 18 millones de lempiras para conservar óptimamente el parque.

Con unos 14 millones se le podría dar un cuidado regular; y con ocho, uno mínimo, pero apenas tienen asignados cuatro millones de lempiras.

En ese sentido, los recursos oxigenarían también el plan de manejo, que pasa por un proceso de actualización desarrollado entre Amitigra y el Estado.

La recuperación de los terrenos en manos de particulares, la aplicación de un desarrollo agrícola y urbano sostenible y el impulso al ecoturismo son las nuevas propuestas.

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