Tiene la energía de una joven. Su pasión, la oncología.
Su amor por la vida va más allá de cuidarse, pues se entrega cada día a la misión de salvar a otros en la extenuante lucha por vencer el cáncer.
Así se resume el esfuerzo que día a día realiza la doctora Flora Duarte, directora del Centro de Cáncer Enma Romero de Callejas.
Sus anécdotas, sueños y grandes pasiones -su familia y sus pacientes- son parte de lo que confió a EL HERALDO en esta entrevista.
¿Quiénes fueron sus padres?
Mis padres eran Vicente Duarte, que era perito mercantil, y mi madre Clementina Muñoz de Duarte, profesora.
¿Dónde nació?
Nací en Tegucigalpa el 8 de mayo de 1939.
¿Cuántos hermanos? Tuve cinco hermanos, cuatro mujeres y un varón, todos profesionales. Mi hermana mayor era doctora, ya falleció; la segunda es dentista, la tercera es ingeniera, la otra, odontóloga, y mi hermano se graduó en la carrera de administración de empresas.
¿Cómo fue su infancia? Crecí en un hogar de clase media, fui a la escuela pública. Mis padres eran muy solidarios, nos enseñaron a servir a los demás, en mi casa siempre había comida para alguien más, eso marcó mi solidaridad y otra cosa que me marcó fue la influencia del padre Vicente Pastor.
¿Era su guía espiritual?
Era nuestro guía espiritual, de un grupo de amigas, que en aquel tiempo teníamos 15 o 16 años, pero no andábamos en fiestas, con el padre Vicente hacíamos charlas para los pacientes de una clínica que fundamos en la iglesia, íbamos a repartir ropa y comida los fines de semana ahí por la salida de El Sitio, en las casas alrededor del río, ahí abrimos una escuela. Era el sacerdote de la iglesia Medalla Milagrosa.
¿Dónde estudió su primaria?
Mi kínder lo hice en la Federico Froebel, una escuela privada, pero solo fue para el kínder. La escuela primaria la hice en la escuela José Trinidad Reyes de primero a sexto grado.
¿Sus estudios secundarios dónde los realizó? La secundaria la pasé en la Escuela Normal de Señoritas cuando estaba en Comayagüela, me gradué a los 15 años... En aquel entonces ser maestro no le permitía a uno estudiar en la universidad, entonces tuve que sacar un año de bachillerato por equivalencia en el instituto Vicente Cáceres.
¿Dónde se graduó de doctora?
Empecé la carrera de medicina aquí en el país, en la Universidad Nacional, me gradué de médico en 1965, iniciamos 120 compañeros y solo 23 personas nos graduamos, yo era la única mujer en el curso. Era muy divertido porque los compañeros molestan, o hacían bromas o enamoraban.
¿Cuál fue su primer trabajo?
Mi primer trabajo lo hice en el Banco de Sangre del hospital San Felipe, me lo dio la doctora Marta Raudales, una de las personas que yo más admiraba como médico.
¿Por qué eligió la medicina?
Mi hermana mayor -que es de un primer matrimonio y me llevaba varios años- era médico, se llamaba Olga Duarte, por ella fue que quise estudiar medicina, desde los dos años yo sabía que iba a estudiar medicina.
¿Por qué desde los dos años?
Porque yo miraba que mi hermana se ponía la gabacha y cuando yo tuve la gabacha del kínder, porque en la Federico Froebel teníamos un uniforme de gala y una gabacha, yo creía que iba al hospital San Felipe con mi hermana. Siempre me gustó jugar a curar, a poner inyecciones.
¿En el extranjero qué estudió y cómo se financió? Salí a estudiar a Estados Unidos en 1967 hasta el 75, antes no había becas sino exámenes que si uno pasaba el hospital le pagaba. Hice medicina interna, hematología y oncología, que son las tres especialidades que tengo y estuve en el Case Werter Reserve University y en los hospitales San Alexis, San Lucas y Metropolitan General.
¿Cuánto tiempo dedicó a los estudios?
Fueron ocho años, me gradué a los 33 años. Yo fui la primera graduada de medicina interna, la primera internista de Honduras y la primera hematóloga oncóloga.
¿Por qué eligió la oncología como especialidad? Al entrar en hematología en el año de 1972, mi papá murió de cáncer en la próstata, por eso me incliné al cáncer, porque yo sentí que en aquel entonces mi papá no había recibido la atención apropiada que era lo que yo estaba viendo allá.
¿No había ningún médico con esa especialidad?
En Honduras no había ningún médico que lo manejara, era una especialidad que no les gustaba mucho porque era muy deprimente y siempre el médico todo lo que hace es para triunfar, curar, salir adelante; mientras que en hematología y oncología, sobre todo al inicio, se moría mucha gente y era deprimente.
¿Su mamá de qué murió?
Mi mamá falleció a los 88 años de cáncer en el estómago y mi hermana que era médico también murió del mismo mal... Eso fue un impacto grande, porque con cáncer de estómago no se puede hacer nada, fueron otras dos personas de mi familia muy cercanas.
¿Cuando volvió a Honduras, cuál fue su principal propósito?
Mi propósito fue dedicarme a la oncología y hacer uso de todo lo que había aprendido y hacer que en Honduras se diera un tratamiento de primer mundo, no de tercer mundo.
¿Cómo inició este proceso?
Primero había que educar a los médicos, porque aquí se tenía el tabú de que el cáncer es igual a muerte, incluso mis pacientes que tenían cáncer no se sentaban frente a mi clínica sino a un ladito para que la gente no los viera ni los señalara, era como decir sida ahora.
¿Cuántos años tiene de trabajar en la lucha contra el cáncer?
Ya tengo 37 años de experiencia profesional, dedicados a todas las ramas, a la prevención, a la detección precoz, a la rehabilitación, al cuidado paliativo... He tratado de enfocar todos los aspectos del cáncer.
¿Qué es lo que más recuerda de esos 37 años de lucha?
Una de las cosas que más recuerdo y que más me duele es sentirme impotente, tener un paciente del que se puede salvar la vida y se puede curar y que no lo logremos porque no tenemos medicamentos ni los insumos necesarios.
¿Qué es lo que más la ha impactado de su trabajo?
Me impacta perder gente joven, me impacta ver sufrir a la gente, me duele mucho, y sobre todo a los que están en desventaja social, porque el paciente que tiene recursos económicos puede comprar todo lo que necesita, pero hay otros pacientes que no tienen y es por esos pacientes que sigo luchando.
¿Quién fue la primera paciente que curó de cáncer?
La primera paciente que curé fue de leucemia de la sala de pediatría del hospital Escuela, porque antes no había pediatra oncólogo, entonces lo hacía yo. Se llama Mirina Ávila. Yo tenía contactos en Estados Unidos y pedía la medicina para ella y ver salvar la vida es muy gratificante y también ver a su retoño.
¿En este trabajo quiénes la han apoyado?
Tengo un grupo de trabajo porque esto no se puede hacer solo, detrás de mí habían grupos de personas que me apoyaban, primero formamos la Asociación de Lucha contra el Cáncer, hace 25 años, y después en el 91 fundamos el Centro de Cáncer.
¿Por su labor ha recibido premios internacionales?
He recibido premios internacionales por proyección social a nivel mundial, fui electa entre 2,000 médicos; otro por oncóloga sobresaliente; fui de los 100 médicos profesionales en salud de 2012, obtuve un certificado de reconocimiento de la Sociedad Americana del Cáncer en Sao Paulo, Brasil.
¿Cuándo se casó?
Me casé a los 27 años, tuve dos hijos: Flora Trinidad Núñez y Eduardo Núñez; mi hija es administradora de empresas y mi hijo es piloto. Son profesionales, yo los crié, no tienen ningún vicio y son gente muy trabajadora.
¿Todavía está casada?
Estoy soltera, ja, ja, ja... Estuve casada 13 años, pero esa etapa de mi vida es un paréntesis; él es doctor también, nos fuimos a especializar juntos.
¿Por qué se divorció?
Cuando aparecen terceras personas la persona se va y lo deja de querer a uno y puede ser que la misma carrera porque yo siempre he sido bien dedicada a mis pacientes, pero el divorcio es como un cáncer, afectó a mis hijos y a mí, pero salimos adelante.
¿Se casó por amor?
Lo conocí estudiando, me casé por amor, con la ilusión de tener familia, un hogar... Yo digo que las carreras no deben interferir, pero a veces casarse con una persona de su misma profesión parece que crea problemas.
¿Después del divorcio tuvo otra pareja?
No, nada más que amistades, porque sí creo en la amistad bastante, creo en las personas. Siempre pienso en que cada persona es especial en la vida y gracias a Dios he tenido buenos amigos y compañeros que me han ayudado a mantener la asociación.
¿Tiene nietos?
Tengo ocho nietos, cinco son de mis dos hijos y tres son como postizos, me dicen abuela porque no tienen. Son hijos de una amiga muy especial y otros de sobrinos.
¿Qué significan sus hijos y sus nietos en su vida?
Mis hijos llenaron mi vida de amor y fueron mi razón para hacer lo que he hecho; y mis nietos me han robado el corazón entero, el amor de los nietos es otra dimensión, cambian la vida del adulto mayor. Quisiera verlos graduarse.
¿A quién admira?
A la madre Teresa de Calcuta, la admiro mucho por toda la cardad que tenía, por todo lo que ella hizo.
+ Así piensa de...
Religión: Soy católica, mi oración favorita es la de San Francisco de Asís que dice: Señor, hazme un instrumento de tu paz.
Política: No me gusta la política, eso sí lo tengo claro, la única política en la que he participado fue en la del Colegio Médico y me pareció muy fuerte.
Elecciones: Vayamos a las urnas que este es un país democrático y que cada quien tenga su corazón para quien crea que va a cambiar.
Ideología: Por una patria libre y tranquila, donde haya paz y justicia.
Inseguridad: Me preocupa mucho, los tiempos que vivíamos antes eran más tranquilos y tengo la esperanza en Dios de que mejore, pero esta situación es global.
Pacientes: Mis pacientes son mi pasión, la razón por la que sigo luchando.
Gobierno: Más bien le pediría que nos dé más ayuda.