Uno de los credos de Mauricio Díaz Burdett es discutir y exponer sus ideas sin humillar a los demás, “al menos hago el intento”, aseguró el director del Foro Social de la Deuda Externa y Desarrollo de Honduras (Fosdeh).
Se define como un hombre de hogar, de trato afable y exigente en el rendimiento profesional, lo que le ha permitido abrirse paso en la vida.
Hubo momentos en la vida de este destacado economistas que lo sacudieron, como el cáncer que ha afectado a su familia, pero que logró superar con fe.
Hace muchas críticas duras a los gobiernos por su forma de manejar las finanzas, pero también tiene una receta arriesgada para erradicar la pobreza que revela en la siguiente entrevista con EL HERALDO.
¿Dónde nació?
En Comayagüela, tengo una ciudadanía capitalina muy fuerte. Mi familia de parte de padre es de la capital y la familia de mi madre es de origen francés. Del lado materno ya somos más de 600 parientes de apellido Burdett los que hay en Honduras.
¿Dónde hizo sus estudios?
Yo fui de los afortunados en estudiar en escuelas piloto; hice mi primaria en una escuela espectacular: la escuela Dionisio de Herrera, una escuela de altísima exigencia académica y disciplinaria. Todavía está en mi mente que todos los días tenía que llegar con mis zapatos bien lustrados y brillantes y tenía que llevar pañuelo, bien peinado y llevar peine. Fuimos alumnos bien apegados a la lectura.
Después estudié en el Instituto Central Vicente Cáceres, del que estoy muy orgulloso por todas sus glorias, y luego fui a la universidad.
¿Su primera opción siempre fue economía?
Sí, pero yo empecé estudiando medicina porque en mi familia hay mucha gente que estudia medicina. Pero solo estudié apenas los primeros dos años, en ese tiempo solo era la etapa de las clases generales y no había tanta división para las clases entre las carreras.
¿Por qué se cambió de carrera?
Yo sentía una vocación especial para los temas económicos, una inclinación por adentrarme a los pensamientos de la economía, poder tener un sentimiento de realización personal y lo más seguro es que pude haber sido médico, pero no tendría la realización personal.
¿Cómo tomó el cambió de carrera su familia?
Al principio con bastante dificultad porque ya estaba planteado que ese era mi destino, ser médico. Eso, para mi padre y mi madre, era natural.
¿Tuvieron que aceptar sus padres?
Sí, y al final hubo una tragedia para mí. Mi padre murió el 6 de febrero de 1978, no me vio graduado y por eso hay una publicación mía que hago en memoria de él y una parte de la dedicatoria es “a quien no pude ver envejecer”.
Él tuvo problemas de salud vinculados al sistema hepático y es muy probable que el diagnóstico de aquel tiempo, que no fue tan abiertamente facilitado a mi familia, nosotros suponemos que era cáncer.
¿Sacó un doctorado en el País Vasco (España)?
Fue un doctorado en desarrollo y cooperación internacional.
¿Usted fue funcionario de las Naciones Unidas sobre temas de refugiados?
Yo era oficial de enlace ACNUR-PNUD en Honduras, que tenía que ver con los procesos de pacificación e incorporación de desplazados nacionales y de los refugiados de Nicaragua, Guatemala y El Salvador como resultado de los problemas internos que había en la década de los 80.
Me tocó hacer labores técnicas como preparar documentos de proyectos que pudieran ser financiados por la comunidad internacional y lograr el retorno de los refugiados, además estuve vinculado a algunos procesos de pacificación, incluyendo los acuerdos de Guatemala y de San Salvador.
¿Luego se vincula a organizaciones de la sociedad civil?
Después tuve la oportunidad de apoyar organizaciones de sociedad civil que empezaron a constituirse en procesos de paz y desarrollo, como la Asociación Nacional de Organizaciones de Desarrollo (Asonog), de la cual fui fundador. Después aparece el foro que estaba ligado el tema de las migraciones y luego ayudamos a desarrollar temas más vinculados al desarrollo, como por ejemplo el tema del endeudamiento externo, la iniciativa mundial para la condonación de la deuda externa o jubileo 2000 y en ese proceso, con el liderazgo de Asonoc, del cardenal Óscar Andrés Rodríguez, de la Iglesia Evangélica y de otros de la sociedad civil, llegamos a constituir la etapa inicial del Foro Social de la Deuda Externa y Desarrollo.
¿Quiénes conforman su familia?
Bueno, mi esposa Delia, mis hijas Lili, Elena y ahora tengo un hijo relativamente pequeño, de cuatro años (sonríe), se llama Jonathan y, bueno, estamos viviendo una etapa importante en tanto que queremos hacer de nuestras hijas e hijo personas de bien. Son tres hijos, pero a todos mis sobrinos y sobrinas los considero mis hijos.
¿Cuáles son sus defectos?
No quiero plantearlos porque son penosos y tal vez no contribuyan mucho, son, no tal vez defectos mortales, pero todos tenemos. Suelo ser tranquilo, pero suelo ser bastante exigente en términos de trabajo y términos de estudio; soy muy riguroso con la ortografía, con la gramática, con el área del pensamiento.
¿Y así de riguroso es con sus hijos?
Pero trato de plantearlo de una manera respetuosa, lo más importante que uno puede hacer en las relaciones es que sean respetuosas.
¿Cuántos años de casado tiene?
Bastantes, más de dos décadas, soy de la generación que se casaba bastante joven y tenemos una relación muy respetuosa. Yo la conocí en Naciones Unidas; ella es hondureña, de origen alemán. Empezamos siendo amigos y la amistad duró tan poco tiempo que en siete meses nos casamos. Siempre en nosotros hay esa palabra que es respeto, yo no recuerdo que mi esposa me haya gritado ni yo, ni mucho menos que a mí se me haya ocurrido el menor asomo de violencia hacia ella, hacia mis hijas.
¿A qué agradece ese comportamiento?
A Dios, cuando nos casamos comenzamos a conocer de la biblia, de los asuntos religiosos más importantes del mundo.
¿De qué religión es?
Yo soy evangélico, pero tengo muchas amistades católicas. Uno de mis mejores amigos es el cardenal Óscar Andrés Rodríguez, además de varios sacerdotes, Juan José Pineda es otro de mis amigos.
¿Se congrega?
Sí, nos congregamos en una iglesia en la que no somos muchas personas, pero en la que hay el intento de hacer nuestro mejor esfuerzo, y digamos que la combinación de la fe y de otros valores nos hace una familia estable y en la que nos sentimos bastantes felices, de tal forma que eso permite ofrecer ciertas cosas en términos de estabilidad.
¿Cuáles son los momentos más felices de Mauricio Díaz?
Yo soy feliz siempre, pero no puedo negar que cuando tengo una relación estrecha con Dios siento una felicidad particular y casi indescifrable, pero también es cierto que cuando conocí a mi esposa fue un momento feliz, y cuando ha nacido cada una de mis hijas y ahora que también tengo un hijo, son momentos especiales.
Ir a la casa y que me esté esperando alguien para ir a jugar una potra o una luchita hace que se me olviden los problemas, eso es un privilegio. También me hace feliz estar en varios espacios y que sean tomadas en cuenta mis opiniones profesionales.
¿Y qué lo pone triste?
Sí, hay un momento en mi vida... Hubo un momento en que mi esposa y mi hija fueron diagnosticadas con cáncer, fue un momento muy duro, pero fue un momento muy feliz cuando ambas tuvieron el momento de Dios de haber sido sanadas.
¿Cómo se sanaron?
Bueno, hay un concepto bíblico muy importante que dice que la fe sin obras es vana, entonces, además de mucha oración y de fe que siempre es insuficiente, hubo tratamientos médicos vinculados a otra rama de la medicina, la medicina homeopática, más un poco de conocimiento de la medicina normal, por lo que también estudié algo de esa medicina tratando de buscar respuestas y al final las respuestas fueron muy buenas.
¿Cuánto tiempo batallaron contra el cáncer?
Varios años, primero fue mi esposa a la que se le diagnosticó cáncer de mama y luego a mi hija con leucemia.
Con estas experiencias aprendí a manejar el dolor, la dificultad...
¿Qué tan crítico llegó a ser el cáncer?
Fueron momentos críticos, momentos duros que uno siente que la vida se va o está a punto de irse y momentos en los que me hacía la pregunta “¿Dios mío, me voy a quedar viudo?”, y me preguntaba qué iba a pasar con mis hijas, qué iba a pasar cuando llevara a mis hijas a un acto y no fueran con su madre.
¿Le han ofrecido algún cargo público como ministro de Finanzas?
Sí, pero lo que no quisiera decir es quiénes me lo han propuesto. Incluso se me ha propuesto ser designado presidencial y en algunos momentos sí quería aceptar la candidatura de un partido pequeño, pero en mi perspectiva siento que mi contribución personal hasta este momento puede ser mayor que asumiendo la responsabilidad de un ministerio o de un cargo de elección popular.
¿De qué partido político es simpatizante?
De ninguno, yo pertenezco a todos los partidos políticos, no tengo una militancia específica.
¿Puede erradicarse la pobreza?
Sí, tiene solución. Hay una propuesta que yo he hecho, pero que casi no es pública porque es muy comprometedora. Todas las personas podemos ayudar a al menos a otra persona a salir de la pobreza.
¿Apadrinar un pobre?
Es algo de lo que no me gusta hablar porque lo que hace una mano no se debe dar cuenta la otra. Solamente le puedo decir que sí. Sí da resultados. Hay una persona que está en mi casa, él era ayudante de albañilería, él además de que es empleado de la casa es amigo. A mi esposa le gustan las rosas y él mantiene las rosas y sueña con ser abogado.
No quiero sonar arrogante por eso y en esta entrevista, si hay que poner algo, solo ponga el nombre de Pedro.