Opinión

Mujer, ciudadanía y democracia

La evolución histórica de la ciudadanía femenina ha ido caminando muy directamente con la ciudadanía. Mujeres y democracia, en estos días es un tema muy relevante en la mayoría de los países, no solo de los que han alcanzado un alto grado de desarrollo, sino también a los que les falta mucho por alcanzar las condiciones adecuadas del desarrollo deseado; pero bien, en esa historia, en esa evolución, queda aceptada la exclusión de la mujer por el simple hecho de serlo, tanto en el trabajo, en sus derechos civiles, en la política, y también en lo social; así que para construir ciudadanía y democracia y volviendo hacia esa evolución solamente se puede construir tomando como un elemento básico para ello a la mujer.

Es necesario, entonces, establecer políticas públicas encaminadas a incluir a la mujer dentro de esa perspectiva; en otras palabras, integrar a la mujer en la historia de hoy y de nuestro mañana.

Es muy significativo analizar el porqué las mujeres y hombres han ocupado lugares asimétricos dentro de nuestra sociedad, y en diversas sociedades y en momentos históricos de cada nación. La historia se ha caracterizado por la subordinación femenina en todos los aspectos, pese a que en nuestra legislación se habla de igualdad y libertad. ¿Qué ha pasado entonces con nuestras mujeres? ¿Por qué se les excluye? Será por cultura, principios ideológicos o políticos? En lo que sí no cabe la menor duda es que en Honduras el modelo político, económico y hasta social no está articulado tomando como elemento esencial a la mujer para construir ciudadanía y democracia.

Aquí, particularmente la clase política ha manifestado siempre la exclusión de la mujer, recogiendo siempre esas tradiciones radicales respecto a la función de la mujer en ciudadanía y democracia. Hasta Rousseau, padre del contractualismo, excluyó del pueblo a las mujeres.

Fue en la revolución francesa que se pudo abrir un potencial universo de igualdad ciudadana; pero en su desarrollo se derivó muy pronto hacia concepciones distintas de ciudadanía de igualdad en función de considerar a la mujer.

Así, por ejemplo, en el libro de las quejas de los ciudadanos de esa época hubo petición de las damas a la Asamblea Nacional que afirmaba: 'Habéis roto el centro del despotismo, habéis pronunciado ese bello axioma digno de ser inscrito en todas las frentes y en los corazones: los franceses son un pueblo libre… y todos los días permitís que trece millones de esclavas lleven vergonzosamente las cadenas de trece millones de déspotas. Habéis concedido la justa igualdad de los derechos…. y priváis de ellos injustamente a la más dulce e interesante mitad de vosotros… habéis roto el freno que mantenía cautivo el pensamiento del sabio y le quitáis la facultad de instruir a sus semejantes… y a nosotras'.

Así pues, no se puede edificar democracia, ciudadanía, sin que se considere a la mujer dentro del universo de las igualdades; no se puede legitimar un gobierno sin la participación efectiva de la mujer en el ámbito político, económico y social; no se puede construir ciudadanía si no se encuentra dentro de ella a la mujer; no puede haber una democracia digna si no se respeta la dignidad de la mujer, pues es la esfera de referencia, del desarrollo de la libertad de una nación.