Malala Yousafzai es una niña de apenas 14 años, nació en Mingora, norte de Pakistán. Es activista a favor de los derechos civiles, especialmente de los derechos de las mujeres a la educación. Su lucha la ha llevado a denunciar a los temibles talibanes quienes, mediante amenazas, han prohibido la asistencia de las niñas a las escuelas.
Por la oposición de Malala a las bárbaras prácticas del Talibán, un miembro de esa organización terrorista le asestó un disparo en la cabeza, lo que la mantiene en estado grave. La condena y solidaridad internacional no se han hecho esperar, ella fue trasladada a un hospital de alto nivel en Inglaterra para lograr su salvación y recuperación.
Esa tragedia del norte de Pakistán encuentra su símil en Honduras. Aquí ha nacido un grupo de fanáticos y extremistas políticos, apoyados por una pequeña élite de dirigentes magisteriales que en aras de sus propósitos destructivos e individualistas no les importa atropellar los derechos de los niños y jóvenes a una educación de calidad.
Aquí también hay Talibanes, pero con otros nombres, son esos que pasan en huelgas todas las semanas, que no les importa condenar al pueblo pobre a la ignorancia, son esos que destruyen todo a su paso durante las manifestaciones. Son los que han vendido la soberanía política de Honduras a cambio de unos miles de dólares para financiar su nuevo partido. Esos también son terroristas, ya que a la fuerza quieren imponer su visión del mundo.
Honduras necesita Malalas Yousafzai que levanten su suave pero firme voz por el derecho a la educación. Necesita hombres y mujeres valientes que no le teman a esos que quieren amedrentar con sus gritos y sus agresiones para imponer por la fuerza su ideología. Hay que despertar, no se debe permitir que unos pocos fanáticos decidan por la mayoría.
Malala ha sido víctima de un acto de barbarie contra la civilización y los derechos humanos, privar a los niños de la posibilidad de asistir a la escuela solo lo pueden hacer seres deshumanizados. El ejemplo de esa niña debe servir a los hondureños para defender la educación pública.