En marzo pasado se anunció que el canciller Arturo Corrales firmaría el tratado marítimo con Cuba y con tal fin llegaría a ese país, pero el viaje no se realizó.
Cuba canceló la firma sin explicación. Después se manifestó que se había pospuesto para finales del mes de abril, posteriormente se dijo que en junio, y finalmente en julio, lo que tampoco ocurrió.
El tratado marítimo con Cuba estaba listo para ser firmado desde el gobierno de Carlos Flores, quien restableció las relaciones con Cuba antes de finalizar su mandato. Ricardo Maduro se negó a nombrar embajador y por tanto Cuba se negó a firmar el tratado.
La preeminencia del interés particular significó que se perdiera esa oportunidad.
Después, Manuel Zelaya realizó un viaje acompañado de una numerosa delegación anunciando que se firmaría el tratado, pero regresaron sin haber alcanzado ese objetivo, según versiones, por la influencia de Nicaragua. Recientemente Porfirio Lobo, sin haber logrado nombrar el embajador en Cuba, aseveró que todo estaba listo para la firma.
El derecho del mar ha evolucionado, hablamos de más de una década desde que se concretó la redacción final del tratado. También han cambiado el contexto internacional y las capacidades de los países involucrados. Lo que no ha cambiado es la desidia con la cual se han manejado los asuntos fronterizos de Honduras.
La Cancillería no cuenta con profesionales formados en derecho del mar. No existe un equipo técnico que se dedique a estudiar la evolución y jurisprudencia en la materia. Pero eso no fue considerado un impedimento por el gobierno actual para suscribir el tratado marítimo, según informaciones, bajo presión cubana.
Por Cuba firmó el director de Asuntos Consulares, que se encontraba en nuestro país atendiendo una reunión de la recientemente creada Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (Celac), impulsada por Venezuela. Contrario a lo que se había inicialmente anunciado, los cancilleres no participaron, llamando la atención el bajo perfil del evento.
Resulta claro que el gobierno del presidente Lobo cedió derechos de Honduras a Cuba, país que se ha seguido preparando y encuentra a una Honduras debilitada internacionalmente.
La frontera que en el peor de los escenarios debió ser una línea recta, como ocurre con las ya delimitadas de México e Islas Caimán, se convirtió en una curva desfavorable a Honduras.
El asesor de la Cancillería, Carlos López Contreras, tácitamente lo reconoce al hablar de una “línea media ajustada”. Es la parte “ajustada” la que habría permitió que la curvatura que corresponde a Honduras fuera cedida a Cuba.
En las negociaciones posiblemente se habló del nuevo embajador de Honduras en La Habana; quizá incluso del Golfo de Fonseca, del reconocimiento de Ecuador o de algún apoyo en el seno de la OEA.
El tratado deberá pasar al Congreso Nacional, donde la sesión debería ser pública, dada la importancia e implicaciones territoriales de lo acordado. De esta forma, la nación conocería el contenido del tratado, que se negoció herméticamente y sin realizar consultas a los especialistas en las áreas involucradas.
Al menos, así conoceríamos por qué existen limitaciones fronterizas con Cuba.