Opinión

Inprema: resistencia a la transparencia

Las instalaciones físicas del Instituto Nacional de Previsión del Magisterio han sido tomadas por las directivas magisteriales, en rechazo a la labor de saneamiento de sus finanzas que está realizando la Comisión Interventora.

Debe recordarse que la salud económica del Inprema continúa en rojo y que ha estado en inminente riesgo de colapsar, con grave perjuicio tanto para sus miles de afiliados como para el país, con repercusiones que desatarían una negativa reacción en cadena de catastróficas consecuencias.

Resulta sorprendente -y hasta sospechoso- que a medida que los interventores ahondan en la maraña de corrupción, que casi desde su fundación ha agobiado a este ente de previsión, se incremente la oposición a las medidas de estabilización y recuperación de sus activos por parte de dirigentes docentes que durante décadas han ocupado puestos directivos en su gobierno interno y que contribuyeron tanto a su postración como a la expansión de personal supernumerario que consume una parte significativa del presupuesto anual. Las cuotas de responsabilidad por la crítica condición actual del Inprema recaen, de una parte en los distintos gobiernos que han desviado sus fondos para intentar remediar problemas coyunturales que nada tienen que ver con el bienestar y seguridad de los mentores, y de otra en las diversas dirigencias magisteriales que, sin poseer experiencia en finanzas y administración, despilfarraron cantidades millonarias de las reservas institucionales para favorecerse a sí mismos, sus familiares y amistades.

Resulta inaudito, para el caso, que existiendo un equipo legal que labora a tiempo completo en el Inprema se contrataran a bufetes privados para emprender acciones jurídicas, en el proceso devengando muy elevados honorarios, que también han contribuido a descapitalizar a este ente.

El Inprema no puede continuar siendo un feudo ni una agencia de colocación de desempleados. Y son las bases magisteriales, los miles de mentores en servicio y jubilados, los que deben asumir un papel protagónico exigiendo un total y absoluto rendimiento de cuentas y una completa transparencia en el destino de sus aportaciones. De otra manera, les espera un incierto porvenir en el presente y en el futuro inmediato con respecto a su Instituto.