El presidente Lobo presentará a consideración del Congreso Nacional una propuesta a efecto de integrar socialmente a jóvenes afiliadas a pandillas o maras que buscan retirarse de las mismas para poder reintegrarse a la comunidad, de la cual han sido excluidos y estigmatizados.
Esta juventud proviene de hogares desintegrados, de origen rural o urbano, con un bajo o inexistente nivel de escolaridad e insertos en una cultura del consumismo y de violencia, ayunos de formación en valores cívicos y éticos, subsistiendo en un ambiente de marginalidad sociocultural en que el machismo, la promiscuidad sexual, el consumo de drogas y alcohol, la delincuencia en sus múltiples modalidades, constituyen estilos de vida cotidianos. Sus horizontes y posibilidades de avance en un clima de paz y convivencia pacífica son inexistentes.
La ausencia de oportunidades y las presiones grupales se combinan para que estos jóvenes adultos ingresen a las maras, de las cuales es fácil entrar pero muy difícil -y peligroso- retirarse.
El rechazo de la población conduce a que fortalezcan su lazos solidarios hacia adentro y confrontativos hacia afuera, creando subculturas que glorifican los actos delictivos, la ruptura con el orden legal establecido y la rebeldía sin causa.
Hasta ahora la respuesta estatal ha sobreenfatizado la represión antes que la rehabilitación, lo que no ha impedido que la membresía de las bandas se haya incrementado y aquellos que mueren o son encarcelados son reemplazados por nuevos reclutas.
Por ello, la “Amnistía social” constituye un gesto a la vez amistoso y esperanzador por parte del gobierno para que aquellos (as) jóvenes que han concluido que su vida delincuencial, de alto riesgo, puede y debe concluir, y que la reinserción y la inclusión son posibles, si así lo manifiestan y desarman y si se les facilita una oportunidad de formación integral vocacional y laboral, acompañada de ayuda crediticia y seguridad, abre una ventana de oportunidad que debe mantenerse abierta, transitando una ruta inédita: la del trabajo constructivo, la de la convivencia pacífica con sus semejantes, la de la paz y armonía para ellos (as) y su prójimo.
Ojala, pues, que con “la fuerza del amor, la misericordia, la hermandad y con la ayuda de Dios”, en palabras del ministro del Interior y Población, Áfrico Madrid, esta oportunidad sea aprovechada, para bien de la nación, de esta y de las futuras generaciones.