La semana pasada se reunieron en nuestro país expertos y expertas en temas electorales, convocados por el Seminario Internacional “Reformas electorales en Honduras: Visiones plurales y comparadas para un debate democrático”.
En concurridas jornadas en Tegucigalpa y San Pedro Sula, representantes de partidos políticos, sociedad civil, academia, medios de comunicación y ciudadanía en general, conocieron sobre procesos de reforma electoral en otros países de la región latinoamericana, de las experiencias y lecciones aprendidas para enfrentar los desafíos de sus propios sistemas políticos en transición.
Los expositores brindaron pistas para llevar adelante estas iniciativas de manera exitosa, en aspectos tan sensitivos como la conformación de distritos electorales, la búsqueda de la equidad en la participación política, en las campañas, su financiamiento y el acceso a medios de comunicación, los modelos de organismos electorales responsables de la justicia y administración electoral, sobre cómo se eligen sus funcionarios.
El análisis y reflexión sobre cada una de estas facetas, en perspectiva comparada, facilitaron la comprensión de los desafíos que enfrenta el país en la agenda de reformas pendientes en su sistema electoral.
No es la primera vez que se llevan a cabo actividades de este tipo en el país. En las últimas décadas, se han llevado a cabo varias –con mayor o menor impacto- siempre con la colaboración solidaria de la cooperación internacional para el desarrollo y la decidida participación de demócratas, extranjeros y hondureños. Pero en esta ocasión había un asiento vacío: el que siempre ocupaba uno de los más reconocidos expertos locales, don José Adán Palacios.
Don Adán ya había confirmado su participación en el seminario y, como siempre, tenía las mayores expectativas del mismo. Reconocido analista político y voz autorizada en la temática, era un experimentado observador electoral, dentro y allende las fronteras,
gozando de prestigio por su experticia y conocimientos, los cuales prodigó a manos llenas a quien los necesitara.
Su desempeño ciudadano lo había convertido ya en un verdadero “tribunus plebis” (tribuno) de la sociedad hondureña, a la usanza de quienes ostentaron este prestigioso cargo en la antigua república romana. Como se recordará, estos cargos se establecieron en defensa de la ciudadanía plebeya y en oposición al excesivo poder patricio de los cónsules.
Don Adán, con esa sencillez y sentido común que le caracterizaban, ejercitó su profunda convicción democrática y republicana, con constructivas y leales críticas al desempeño de los operadores del sistema político-electoral hondureño. Y siempre lo hizo de frente, despojado de ínfulas, en nombre de quienes no gozaban de voz ni representación política.
Don Adán soñaba con un Estado más democrático, con una ciudadanía ejerciendo plenamente todos sus derechos, no solo los políticos. Soñaba con una ciudadanía activa, que fuera protagonista y no comparsa.
William Shakespeare decía que estamos hechos del mismo tejido de nuestros sueños. Don Adán, lo sabía muy bien y quería que soñáramos con él.