Editorial

Un bardo nació hace 100 años

Vió la luz en San Francisco, Atlántida, el 16 de agosto de 1920. Jorge Federico Travieso, poeta y diplomático, representó a Honduras en México y Brasil. Falleció prematuramente a los 33 años de edad en Río de Janeiro, en 1953.

Al igual que él, otros jóvenes intelectuales hondureños, entre ellos Ramón Rosa, Juan Ramón Molina, Manuel Molina Vijil, José Antonio Domínguez, Ramón Padilla Coello, Marco A. Ponce, Abel García Cálix, Federico Peck Fernández, Marcos Carías Reyes, Roberto Castillo, murieron en plena juventud.

Cronológicamente perteneció a la Generación de 1924 (nacidos entre 1894-1923), poetas y narradores post-modernistas, regionalistas, prevanguardistas; algunos de sus representantes fueron: Clementina Suárez, Argentina Díaz Lozano, Arturo Martínez Galindo, Medardo Mejía, Claudio Barrera, Daniel Laínez, Eliseo Pérez Cadalso, Víctor Cáceres Lara, Ramón Amaya Amador.

Su poesía fue recopilada en 1959 por Francisco Salvador Aguilar, con el título “La espera infinita”.

Sensibilidad, angustia existencial, añoranza por la patria lejana, alta calidad poética, están presentes en sus versos.

Así evaluó su obra y trayectoria Rafael Heliodoro Valle: “Su estilo es el de la confidencia; su voz era la de un poeta que iba de prisa por la vida; su queja era muy honda... Honduras perdió en él a uno de sus poetas más promisores... era un poeta de verdad, un enamorado férvido que veía el cielo azul desde el fondo de un pozo visitado por las estrellas”.

Su poema más conocido, “Patria nostalgia del color”, finaliza así:

...dadme mi mar, azul como mi cielo,

blanco de alas, púrpura de picos,

mis islas verdes, mis espumas alba,

dadme a Honduras, magnífica y terrible.