Editorial

Tolerancia para convivir en paz

Un incidente aparentemente insignificante e irrisorio refleja los graves problemas de intolerancia e irascibilidad que permean la convivencia ciudadana pacífica en nuestra sociedad.

Que un gallo se suba a los árboles de la casa continua en una comunidad de Trujillo ha sido suficiente para generar un conflicto entre vecinos que linda con lo irracional, llegando al extremo de las amenazas de muerte.

La Policía tuvo que intervenir, tras recibir la alerta oportuna de los vecinos, llevándose al ave para evitar que corriera la sangre, pero dos días después la madurez y la sensatez no daban muestras de asomar mediante una conciliación entre los dos protagonistas del inusual hecho que ha generado todo tipo de sorna.

Vivimos en uno de los países más violentos del mundo, con una tasa de 59 homicidios por cada cien mil habitantes (el promedio mundial era de 6.2 en 2013, con excepción de algunas subregiones como Centroamérica y África del Sur), lo que ha valido la renovación de alerta de Estados Unidos para sus ciudadanos, con énfasis en Gracias a Dios por la “actividad frecuente de delincuentes” y por supuesto del “narcotráfico”, que tiene como principal destino precisamente a esa nación del norte por su alto consumo de estupefacientes.

Pero la violencia se manifiesta de muchas maneras, en los conflictos entre vecinos, en los conductores agresivos, en el entorno laboral, en la calle, en el bullying escolar, en los hogares y hasta en las palabras. Ese comportamiento amerita verse con mayor profundidad, pero no hay que olvidar que la conducta violenta se aprende, no se nace con ella. Prevenirla es posible y el hogar es clave en ese cometido, que requiere también del concurso de escuelas y colegios. Valores como la tolerancia, el respeto al prójimo y la consideración son esenciales para la convivencia pacífica.

Más que risas, el incidente que mencionamos en esta columna editorial debería llamarnos a la reflexión, empezando en el nivel personal, para recapacitar sobre aquellos actos o palabras que promueven o incitan a la violencia o, igual de alarmante, a su peligrosa banalización.