Editorial

Honradez y mucha valentía para el TSC

La corrupción que golpea severamente al país, enriqueciendo a unos pocos y empobreciendo a las mayorías, no debe seguir expandiéndose frente a los ojos de entes fiscalizadores infuncionales.

Desde 1839 Honduras tiene un Tribunal Superior de Cuentas (TSC) al que durante algunos años se le llamó también Contraloría General de la República, pero su misión siempre ha sido la misma: fiscalizar la administración del tesoro nacional y velar por la correcta gestión de los recursos del Estado, aplicando controles que garanticen la transparencia que debe prevalecer en la administración pública.

Para ello, a lo largo de su historia, este organismo fiscalizador ha tenido varias leyes con el fin de que sus actuaciones estén acordes a los momentos, sin embargo, la politización que ha sufrido en las dos últimas décadas ha hecho de él una entidad muy cuestionada y poco confiable en la lucha contra la corrupción.

Hoy el Congreso Nacional tiene la oportunidad de cambiarle esa cara al TSC al tener en sus manos el poder para elegir a los próximos tres magistrados, quienes a partir del próximo 7 de diciembre deberán hacerse cargo de esa institución por el término de siete años.

Si bien, en el perfil de los nuevos candidatos a magistrados del TSC se establece el valor de la honradez, la cual es muy subjetiva, también debería contemplarse la cualidad de la valentía, porque en estos momentos que la corrupción público-privada rebasa los límite de la tolerancia, el país urge de autoridades honestas y valientes, conscientes de que al problema hay que enfrentarlo con determinación.

Una comisión especial multipartidaria de diputados tiene actualmente la responsabilidad de seleccionar a los mejores candidatos a magistrados de una lista de 102 aspirantes que enviaron su hoja de vida.

Esta es una nueva oportunidad para cambiarle ese rostro a un TSC del que se espera mucho, pero que rinde poco. La sociedad hondureña espera que en esta nueva selección y elección primen los intereses del país y no los partidarios o de grupos políticos.