La disputa territorial con Nicaragua quedó resuelta con el Laudo emitido por el rey Alfonso XIII en 1906, ratificado por sentencia de la Corte Internacional de Justicia en 1960.
Pese a ello, La Mosquitia, topónimo con que designa a sus pobladores, ha permanecido, junto con el suroeste hondureño, marginada e ignorada, al punto que aun hoy, los índices de pobreza, insalubridad, desempleo y analfabetismo se ubican entre los más altos del país, además de que el control estatal es tenue, lo que favorece las actividades de narcos que hallan santuario en su intrincada geografía, aislada del resto del país, salvo por vía aérea y acuática.
Gracias a Dios posee recursos naturales terrestres y marítimos que posibilitan un desarrollo humano y económico, pero esa riqueza no favorece a plenitud a sus habitantes, ya que es aprovechada por depredadores de sus bosques y aguas, en detrimento de los habitantes originales: misquitos y tawahkas.
El presidente Hernández ha iniciado acciones que buscan el bienestar de ambas etnias, firmando el Plan Alianza de Desarrollo para La Mosquitia, que incluyó beneficios dentro del programa Vida Mejor y el financiamiento de proyectos sostenibles.
Dos acciones puntuales se han implementado: el otorgamiento de títulos de propiedad intercomunitarios por parte del INA, que beneficiará directamente a 17,500 familias, y la administración y funcionamiento del hospital de Puerto Lempira por parte de las FF AA, dentro del modelo descentralizador.
Estas acertadas medidas deben ser el inicio de acciones coordinadas y sostenidas que respalden la iniciativa estatal y comunitaria de nuestros marginados compatriotas, haciendo realidad la afirmación del mandatario: “Llegó la hora de La Mosquitia”.