Columnistas

Todos podemos hacer algo

Me contaron recientemente que un médico de los que están atendiendo víctimas con coronavirus hace que en su casa le preparen quince platos de arroz. En el trayecto al hospital va distribuyendo la comida entre las personas pobres que encuentra. Casi todas las veces llega a su destino sin ningún plato en las manos. Evidentemente es grande la necesidad material en estos días de pandemia: de alimentos, de protección para los médicos, enfermeras y todos los que hacen que la maquinaria social continúe funcionando. El Colegio de Ingenieros Mecánicos, Electricistas y Químicos de Honduras convocó en estos días a todas las personas que pudieran hacer un prototipo de ventilador mecánico para que presentaran propuestas. La idea es someter este proyecto a inversores que quieran fabricarlos en Honduras. Me di a la tarea de investigar por internet sobre las iniciativas que alrededor del mundo había en esta línea. Encontré a un grupo de investigadores en Colombia que habían desarrollado uno a bajo precio. Les escribí unas líneas pidiéndoles información que tuvieron a bien proporcionarme. Luego apareció otro modelo fabricado en Inglaterra y al regar la voz con mis amigos resultó que uno tenía contacto con una investigadora en Estados Unidos que estaba dispuesta a enseñar cómo fabricar uno. Estamos aislados, pero internet nos brinda muchas oportunidades de acceso a información que era impensable años atrás. Gracias a Dios me enteré que el Infop y la escuela técnica del Ejército también presentaron modelos que ellos han trabajado. También aparecieron iniciativas como la del Dr. Plutarco Castellanos que consiguió la donación de varios ventiladores mecánicos para los hospitales de Honduras.

En estos momentos las necesidades son grandes. Pero gracias a Dios es en estos momentos que florece la inventiva, la creatividad, la solidaridad y la capacidad de compadecerse los unos de los otros. La grandeza del corazón humano nos sirve para desmentir a los que ven al hombre como en la principal plaga de la naturaleza. El hombre es el único ser capaz de adaptarse y de aprender a crecer en las circunstancias más difíciles. Los catastrofistas a veces presentan estadísticas y datos correctos, pero suelen pasar por alto lo mejor del hombre.

Es verdad que somos capaces de las peores atrocidades como el odio que origina las guerras. También somos susceptibles a dejarnos llevar por el afán económico que tiene como único fin el lucro egoísta. Pero nunca podemos olvidar que somos seres con inteligencia y libertad. Y sobre todo, que poseemos dentro de nosotros la capacidad de hacer el bien incluso cuando parece que las circunstancias externas nos orillan a devolver mal por mal. Las adversidades sacan de nosotros lo mejor que llevamos dentro. Las circunstancias adversas facilitan que encontremos capacidades que creíamos dormidas o inexistentes. Los peores momentos nos hacen reflexionar y así encontrar de nuevo el rumbo correcto hacia la verdad, el bien y la belleza. Muchos hondureños están haciendo la tarea para sacarnos de esta crisis. La gran mayoría estamos aislados y tal vez sin recursos. Sin embargo, ahora más que nunca es necesario que cada uno desde su lugar piense en su aporte para el bien común