Columnistas

Aún es posible: elecciones primarias y generales con nueva Ley Electoral. No convocar con ley vieja y continuar con ley nueva, como indican la facción en el poder, abriendo paso a la conflictividad entre quienes consideren la irretroactividad de la ley, los derechos adquiridos y las ambiciones inconfesables desde visiones paralelas. Irrespeto tras irrespeto. Hasta los que han aparentado mesura no reparan en mostrar cobre del que están hechos. Hay que empezar a segmentar quién es quién en cada partido, sean tradicionales hasta los de usb: no todos son iguales ni en el Pa Na , ni en el Pa Sal, ni en el Pa Li, ni en el otro Pa Li, ni en los partidos chiquitos (Pachi). De la indignación, lo empujan a uno a la incredulidad y de aquí al chascarrillo para volver a andar el mismo círculo en contrasentido. Estos son los dirigentes que nos hemos dado. ¿Hasta cuándo? Incoherencia, inautenticidad, cobardía, avaricia, mitomanía. Ausencia total de grandeza, predomina la relatividad en la laxitud de una ética cuestionable. Autoabanderados anticorrupción, no encuentran impropio el nepotismo. Flexibilidad axiológica. Y de repente, varias revelaciones positivas, no como regla, sino como su excepción. Por décadas pocos exigimos se aplicara la ley estrictamente a los aspirantes a cargos de elección popular en el Partido Liberal, el de las entrañas de uno. Y en aras de la unidad alrededor de quien ostentará el poder coyuntural, se evadía la ley y se ajustaba a sus intereses particulares, Pues ahora, el Presidente del CCEPL se asegurará le apliquen a todos sus contrincantes internos, la ley que a él no se le aplicó. Pero por fin se aplicará. Bien. Pero mal que el mismo, busque que a potenciales traficantes de credenciales les sigan entregando deuda política antiética solo porque hoy les cree aliados. Se busca político en quien creer. Se requiere coherencia. Elegir con una nueva ley y para ello la posposición de la convocatoria en el marco del cronograma electoral, es lo sensato