Según la Biblia Reina Valera 1960, el concepto restituir significa devolver, restaurar. En este mismo sentido, en Levítico, libro del Pentateuco o de la Torá, Dios nos dice en Levítico 6:4-5: entonces, habiendo pecado y ofendido, restituirá aquello que robó, o el daño de la calumnia, o el depósito que se le encomendó, o lo perdido que halló todo aquello sobre que hubiere jurado falsamente; lo restituirá por entero a aquel a quien pertenece, y añadirá a ello la quinta parte, en el día de su expiación.
En cuanto a materia penal, el nuevo Código Penal de Honduras establece que la restitución debe comprender: 1. La devolución de los bienes. 2. El pago por los daños o pérdidas sufridos. (...) Los pagos por daños no materiales, resultantes de lesiones morales, físicas o psicológicas, el estrés emocional, el dolor y el sufrimiento de la víctima como resultado del delito cometido contra ella. Infelizmente en Honduras, aunque la restitución está establecida en ley, la misma es selectiva y en los casos donde la restitución se ha hecho efectiva para el Estado, los funcionarios no le brindan la protección y la provisión necesaria para preservar lo restituido. La lucha contra los corruptos debe ser implacable, no basta solamente con pedir perdón y someterse a la justicia, sino que deben devolver al Estado lo que han robado con sus utilidades. Los corruptos que se adueñan del dinero público en cualquier esfera del poder tienen la obligación de devolver lo robado. Hoy, a los condenados por corrupción les basta con pasar, en el mejor de los casos, unos meses o años de cárcel y después salen y siguen siendo tan ricos como entraron. Y este escenario es doloroso para los más afectados, los pobres. La corrupción perjudica al pueblo pobre de Honduras en forma desproporcionada e insultante; afecta su vida cotidiana de distintas maneras y tiende a empobrecerse aún más al negarles su participación legítima a los recursos económicos o en la ayuda que salva vidas.
La corrupción pone los servicios públicos básicos fuera del alcance de los que no pueden pagar sobornos. Al desviar los escasos recursos destinados al desarrollo, la corrupción también hace más difícil satisfacer las necesidades fundamentales como la alimentación, salud, educación y trabajo. La corrupción en Honduras ha hecho un solo nudo con las actividades del narcoestado, en simbiosis plenas, fortalecidas por la logística del Estado y los funcionarios gubernamentales o no, quienes han facilitado las grandes utilidades de la industria de la corrupción nacional e internacionalmente. Aprovechemos la brillante oportunidad de las elecciones generales, votando contra aquellos que le han robado el futuro a nuestros niños y jóvenes y nuestro bienestar. Votemos contra el orlandismo y sus socios, quienes han secuestrado nuestro país y pretenden venderlo en pedazos. Dios con nosotros, hará justicia. Queda planteado.
En cuanto a materia penal, el nuevo Código Penal de Honduras establece que la restitución debe comprender: 1. La devolución de los bienes. 2. El pago por los daños o pérdidas sufridos. (...) Los pagos por daños no materiales, resultantes de lesiones morales, físicas o psicológicas, el estrés emocional, el dolor y el sufrimiento de la víctima como resultado del delito cometido contra ella. Infelizmente en Honduras, aunque la restitución está establecida en ley, la misma es selectiva y en los casos donde la restitución se ha hecho efectiva para el Estado, los funcionarios no le brindan la protección y la provisión necesaria para preservar lo restituido. La lucha contra los corruptos debe ser implacable, no basta solamente con pedir perdón y someterse a la justicia, sino que deben devolver al Estado lo que han robado con sus utilidades. Los corruptos que se adueñan del dinero público en cualquier esfera del poder tienen la obligación de devolver lo robado. Hoy, a los condenados por corrupción les basta con pasar, en el mejor de los casos, unos meses o años de cárcel y después salen y siguen siendo tan ricos como entraron. Y este escenario es doloroso para los más afectados, los pobres. La corrupción perjudica al pueblo pobre de Honduras en forma desproporcionada e insultante; afecta su vida cotidiana de distintas maneras y tiende a empobrecerse aún más al negarles su participación legítima a los recursos económicos o en la ayuda que salva vidas.
La corrupción pone los servicios públicos básicos fuera del alcance de los que no pueden pagar sobornos. Al desviar los escasos recursos destinados al desarrollo, la corrupción también hace más difícil satisfacer las necesidades fundamentales como la alimentación, salud, educación y trabajo. La corrupción en Honduras ha hecho un solo nudo con las actividades del narcoestado, en simbiosis plenas, fortalecidas por la logística del Estado y los funcionarios gubernamentales o no, quienes han facilitado las grandes utilidades de la industria de la corrupción nacional e internacionalmente. Aprovechemos la brillante oportunidad de las elecciones generales, votando contra aquellos que le han robado el futuro a nuestros niños y jóvenes y nuestro bienestar. Votemos contra el orlandismo y sus socios, quienes han secuestrado nuestro país y pretenden venderlo en pedazos. Dios con nosotros, hará justicia. Queda planteado.