Creó al partido Manuel Bonilla, “prócer” que para recuperar el poder aceptó dólares de Samuel Zemurray (líder competitivo entre empresas bananeras y a quien otorgó luego pavorosas concesiones) más el barco Hornet para asolar nuestras costas atlánticas y volver al mando en 1911 acompañado por dos gansteriles “soldiers of fortune”, los demonios bélicos Guy Malone (1884-1972) y Lee Christmas (1863-1924), el primero experimentado en la guerra de Boers (1880-1902) en Sudáfrica, y el segundo un policía de revólver letal.
Fue la primera traición cachureca, en tanto partido político, a la patria. Como se dice, pecado original.
Luego vendrían en sucesión eventos vergonzosos: el nacionalista Tiburcio Carías gana las elecciones en 1932 (81,000 votos) y somete al Partido Nacional haciéndose jefe supremo de la facción, del Estado, de la jurisdicción gubernamental y de cualquier otro criterio que a su capricho afectara la vida de las personas: opiniones, críticas, ideologías... Entrega los recursos naturales todos del país a la United Fruit Company, equiparable sólo a las Zede de JOH, más una bestial represión que implementa por 16 años (matanza de garífunas en 1937, masacre sampedrana en 1944) y que se refleja en un libro escasamente conocido (copia en biblioteca de BCH): “La cárcel y mis carceleros”, de Salomón Sanabria. Pozo hondo de crueldad ístmica, similar a los de Ubico, Somoza, Hernández Martínez y el costarricense Teodoro Picado (leer Mario Argueta. “Tiburcio Carías. Anatomía de una época”).
En la obra “Honduras en el siglo XX”, Marvin Barahona informa que el embajador de EUA, John Erwin, apoyaba a la dictadura nacionalista pero que eso cambiaria en 1948 al concluir la guerra mundial.
El State Department instruyó: ‘‘Nuestro gobierno no simpatiza con la dictadura de Carías (...). Si bien el Departamento está consciente del progreso material hecho en Honduras y aprecia la cooperación que [él] prestó durante los años de guerra, no cree que esos factores ameriten cambios en la actitud básica del Departamento”.
Adiós tirano útil, marioneta, no te ocupamos. Esa valoración histórica supera cualquier explicación.
El cariismo (levemente civilizado por el galvismo de 1949-1954) ganó los votos del cuatrienio 1932-1936 pero pronto vició la Constitución y se reeligió en 1936 y 1949 hasta totalizar 16 años de reino espurio.
Detalla Wikipedia: “[el] primer período se lo llevó en evitar golpes de Estado así como el colapso económico. Para defenderse de opositores equipó al ejército, construyó carreteras pero [las] revueltas lo convencieron de que el país ‘no estaba todavía listo para gobernarse libre’ y con ese discurso legitimó su dictadura”.
Una en que articuló todas las “artes” de dominio: una “mancha brava” adicta al Hombre, ejército sumiso y vicioso; aviones que superaran las condiciones montañesas del territorio, canales ideológicos propios y controlados (emisoras sometidas, diario La Época partidista, semanarios adláteres) y cual corona una policía secreta que espiaba incluso los calzones de la madre superiora: vulgar, asesina, insidiosa. Su hijo putativo, JOH, haría lo mismo en el siglo XXI.Para que se proclamen hoy, ¡deshonestos! los salvadores de la patria...
