Los gobernantes del Estado de Honduras deben concientizarse de que la grave crisis social y migratoria que actualmente ocurre en el país pasa por el abandono crónico del mundo rural y de la pequeña y mediana agricultura, potencializando estas crisis las injusticias, la corrupción, el desempleo, la violencia, la pobreza, el hambre, desnutrición, enfermedades y la infelicidad, obligando a miles de compatriotas a huir del país para buscar y encontrar fuera de la nación mejores condiciones de vida y bienestar. Cuando un gran número de personas emigran, salen de su país, significa que no está ocurriendo nada bueno, algo les causa mucho daño.
El hambre, la desnutrición y las enfermedades están matando a los ciudadanos pobres en el área rural y urbana, nuestra gente muere por el hambre a causa de la pobreza, el desempleo y la falta de inversión, no tienen ingresos; la gente está herida y confusa, se encuentran en la búsqueda de dignidad para sus vidas, viven inmersos en el mar de la angustia y aflicción, ahogándose, por tanto, emigran.
El tiempo pasa y los gobernantes del pasado y del presente no han encontrado todavía el norte hacia un desarrollo agropecuario próspero y sostenible y de un mundo rural floreciente, los gobernantes de turno definen estrategias para asumir la soberanía y seguridad alimentaria, pero, infelizmente, tales medidas llegan apenas a ser paliativos.
Para ocultar el grave desempleo y la deficiente producción agropecuaria optan por suministrar bolsas de alimentos pretextando reducir la pobreza y el hambre inmediata, estos ciclos repetitivos han venido ocurriendo en Honduras.
Definitivamente, la soberanía y la seguridad alimentaria son una prioridad nacional, pero poco sentido tiene definir políticas si no se tiene la capacidad para hacerlas efectivas. Una nación que no logra generar empleos ni producir sus propios alimentos convierte a su pueblo en esclavo, dependientes absolutamente de políticos y empresarios manipuladores y calculadores.
La pobreza y la inseguridad alimentaria en Honduras afecta a 73 de cada 100 hondureños, siendo aún más grave en el sector rural. Más de la mitad de los habitantes de Honduras, el 53%, aproximadamente 5.04 millones de personas, están en extrema pobreza, sufren hambre.
Oportuno es pedir auxilio a los pueblos y gobiernos de las naciones amigas miembros del G-7 para que lancen una tabla de salvación que mediante inversiones dirigidas establezca plataformas de producción, generadoras de riqueza y bienestar para esta nación de pobres.
Actualmente, solo nubarrones negros alcanzo a ver en Honduras, urgen cambios, no solamente hay hambre de alimentos y de empleos, sino también hambre y sed de justicia. Basta de mentiras y engaños, basta de insultar la inteligencia del pueblo, basta de politiquería. Finalmente, un clamor de guerra a favor de los pobres se registra en Salmos 10:12: “Levántate, oh Dios, alza tu mano; no te olvides de los pobres”. Queda planteado.