Detalles ideales
Los Grandes Lagos es una de las regiones más ricas, estratégicas y conflictivas de África, con una extensión de más de 4 millones de km² y más de 230 millones de habitantes, repartido en seis países. Fue una región devastada por los conflictos que se desataron en el Congo, luego del derrocamiento y asesinato de Patricio Lumumba, en 1960. Su asesinato originó 32 años de dictadura de Mobutu Sese Seko, un sátrapa que con el apoyo de Estados Unidos, Francia y Bélgica, se constituyó en su fiel aliado para enfrentar la expansión en la región de los movimientos socialistas de la órbita de Moscú.
Una dictadura que tuvo una estrecha relación con las tensiones políticas y militares de la Guerra Fría en la región, entre Estados Unidos y las potencias europeas con el Kremlin por el control geoestratégico de África. El papel de la dictadura de Mobutu fue un elemento clave para surgimiento de regímenes dictatoriales de partido único con ropajes étnicos en Ruanda, Burundi, Uganda, Tanzania y Kenia.
Países que han sufrido ciclos sangrientos de golpes militares y de violencias étnicas. El genocidio de Ruanda hizo parte de ese espiral de violencia étnica que desataron las dictaduras en sus luchas por el control del poder en esta convulsionada región africana.
La historia política de los países de los Grande Lagos se ha caracterizado por una violencia étnica ancestral y una vida institucional trágica de golpes militares, donde el discurso de identidad étnica es una poderosa arma de movilización política y militar.
Por los trazados de las fronteras en defensa de los intereses de las potencias europeas dividieron pueblos, etnias y clanes entre varios países. Por eso los conflictos étnicos y las crisis políticas en cualquiera de estos países tienen un impacto regional y profundas incidencias políticas en África.
El fin de los conflictos armados originó un nuevo mapa político regional y nuevos procesos democráticos de elecciones libres. Por lo tanto, de las despiadadas dictaduras militares se ha pasado a procesos eleccionarios más democráticos. La realidad hoy es que se han disfrazado las dictaduras con procesos eleccionarios. Sin embargo, se continúa con la fiebre de sus gobernantes de eternizarse en el poder a punto de elecciones fraudulentas.
En el último año han surgidos protestas y disturbios en el Congo, Ruanda, Burundi y Uganda, debido a que sus gobernantes no quieren abandonar el poder. En Burundi se vivieron el año pasado protestas cuando el presidente Pierre Nkurunziza intentó reformar la Constitución para reelegirse por tercera vez. En el Congo, el presidente Joseph Kabila lleva 15 años en el poder y con argucias quiere aplazar las elecciones de noviembre para seguir en el poder. En Uganda el presidente Yoweri Museveni gobierna desde 1986 y se ha sostenido a punta de reelecciones fraudulentas, al igual que en Ruanda el presidente Paul Kagame con 15 años en el poder a punta de fraudes electorales.
La excepción han sido Tanzania y Kenia. Lo interesante en la última década en la región ha sido que han disminuido los conflictos y con ellos cambio sustanciales en las dinámicas de sus economías. Actualmente el Congo alcanza una tasa de crecimiento del 7.7%, Tanzania del 6.9%, Ruanda del 6.3%, Kenia de 6.0% y Uganda del 5.3%. Pese a que sus economías dependen de los vaivenes del mercado internacional de materias primas, algunos de ellos han sabido diversificarlas con el impulso del turismo.
Se destacan los casos de Tanzania, Kenia y Ruanda, su crecimiento económico obedece en parte a nuevas ofertas en demandas turísticas, una industria que está marcando cambios en sus economías. Pese a los niveles de crecimiento que reseñamos, las enormes riquezas que poseen estos países, entre los cuales sobresale el Congo, no han servido para mejorar sus niveles de desarrollo, sino de motor para exacerbar conflictos y, desde luego, para beneficiar a multinacionales europeas, norteamericanas, chinas y a un reducidos círculos de sus élites económicas y políticas. Lo polémico es que las economías de estos países están cayendo en las garras del nuevo colonialismo chino.
Una dictadura que tuvo una estrecha relación con las tensiones políticas y militares de la Guerra Fría en la región, entre Estados Unidos y las potencias europeas con el Kremlin por el control geoestratégico de África. El papel de la dictadura de Mobutu fue un elemento clave para surgimiento de regímenes dictatoriales de partido único con ropajes étnicos en Ruanda, Burundi, Uganda, Tanzania y Kenia.
Países que han sufrido ciclos sangrientos de golpes militares y de violencias étnicas. El genocidio de Ruanda hizo parte de ese espiral de violencia étnica que desataron las dictaduras en sus luchas por el control del poder en esta convulsionada región africana.
La historia política de los países de los Grande Lagos se ha caracterizado por una violencia étnica ancestral y una vida institucional trágica de golpes militares, donde el discurso de identidad étnica es una poderosa arma de movilización política y militar.
Por los trazados de las fronteras en defensa de los intereses de las potencias europeas dividieron pueblos, etnias y clanes entre varios países. Por eso los conflictos étnicos y las crisis políticas en cualquiera de estos países tienen un impacto regional y profundas incidencias políticas en África.
El fin de los conflictos armados originó un nuevo mapa político regional y nuevos procesos democráticos de elecciones libres. Por lo tanto, de las despiadadas dictaduras militares se ha pasado a procesos eleccionarios más democráticos. La realidad hoy es que se han disfrazado las dictaduras con procesos eleccionarios. Sin embargo, se continúa con la fiebre de sus gobernantes de eternizarse en el poder a punto de elecciones fraudulentas.
En el último año han surgidos protestas y disturbios en el Congo, Ruanda, Burundi y Uganda, debido a que sus gobernantes no quieren abandonar el poder. En Burundi se vivieron el año pasado protestas cuando el presidente Pierre Nkurunziza intentó reformar la Constitución para reelegirse por tercera vez. En el Congo, el presidente Joseph Kabila lleva 15 años en el poder y con argucias quiere aplazar las elecciones de noviembre para seguir en el poder. En Uganda el presidente Yoweri Museveni gobierna desde 1986 y se ha sostenido a punta de reelecciones fraudulentas, al igual que en Ruanda el presidente Paul Kagame con 15 años en el poder a punta de fraudes electorales.
La excepción han sido Tanzania y Kenia. Lo interesante en la última década en la región ha sido que han disminuido los conflictos y con ellos cambio sustanciales en las dinámicas de sus economías. Actualmente el Congo alcanza una tasa de crecimiento del 7.7%, Tanzania del 6.9%, Ruanda del 6.3%, Kenia de 6.0% y Uganda del 5.3%. Pese a que sus economías dependen de los vaivenes del mercado internacional de materias primas, algunos de ellos han sabido diversificarlas con el impulso del turismo.
Se destacan los casos de Tanzania, Kenia y Ruanda, su crecimiento económico obedece en parte a nuevas ofertas en demandas turísticas, una industria que está marcando cambios en sus economías. Pese a los niveles de crecimiento que reseñamos, las enormes riquezas que poseen estos países, entre los cuales sobresale el Congo, no han servido para mejorar sus niveles de desarrollo, sino de motor para exacerbar conflictos y, desde luego, para beneficiar a multinacionales europeas, norteamericanas, chinas y a un reducidos círculos de sus élites económicas y políticas. Lo polémico es que las economías de estos países están cayendo en las garras del nuevo colonialismo chino.
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