Columnistas

Las guasas de la municipalidad

Como ciudadano hondureño y radicado en la ciudad capital desde mi nacimiento he visto evolucionar a las ciudades gemelas en manos de las autoridades corporativas a la que han estado sometidas dichas ciudades. Algunos alcaldes se han esforzado para darle un aire de modernismo y otros las han dejado que se depriman y se empobrezcan como si fuesen haraposas, ya que la actitud positiva y la desidia se ha manifestado en el transcurso del devenir de los tiempos.

Ambas ciudades han tenido una infraestructura que poco a poco se va desarrollando, aunque hablemos de los años 60 del siglo pasado y la ciudad tenía ya calles pavimentadas, un comercio imitando a los grandes almacenes de Europa, la ciudad padecía la carestía de agua en muchas de sus colonias y barrios ya que solo el Picacho suministraban el agua potable a estas, insuficiente para los más de 250,000 habitantes, siendo los ríos Chiquito y el Grande o Choluteca que complementaba el resto, las riberas de ambos se veían atestadas de tanta ropa puesta a secar sobre las piedras y además complementaba las labores de higiene y pasar un poco de ocio pescando peces.

Muchas colonias se veían afectadas ya en tiempos de verano era las grandes cantidades de polvo que se formaban con el tránsito vehicular y en invierno era la ingente cantidad de lodo a la que nos enfrentábamos porque muchas de las calles aún no estaban pavimentadas, la carencia del sistema de alcantarillado, muchos hogares tenían letrinas o defecaban en los alrededores de las viviendas, mas fue evolucionando dándole don Henry Merriam un aire de modernismo, se trazó por donde se haría el anillo periférico, se mejoró la plaza central, se crearon mercados periféricos, construyó el bulevar Morazán, y poco a poco los aires contemporáneos llegaron.

La desidia se sentó en muchas ocasiones, a algunos y algunas la camisa les quedó demasiado grande, la ciudad se debate en un ostracismo que la lleva a la calamidad, y aunque muchos llegaron hacer billete, estafando al pueblo con proyectos abandonados a la mano de Dios, otros trabajaron arduamente, corre un dicho que se ha hecho tan popular: “que robe, pero que haga algo” y si tenemos este pensamiento oscuro somos permisivos de la corrupción que nos arrebata el tener mejores condiciones como capitalinos.

A nadie le extraña que los ríos sean hediondos, las grandes cantidades de basura que recorren la ciudad capital, el hacinamiento de personas en anillos de miseria, niñez deambulando con el Resistol en la nariz, edificios cuasi derrumbados, dejados en el olvido, una ciudad que luce como una Macondo abandonada.

Los nuevos directores de la orquesta salen a la palestra y nos informan que harán esto y aquello, más la pachorra es característica de esta administración, todo se va haciendo a paso de tortuga y si se hace una intervención a una colonia o barrio ya se cumplió con el deber y “allá ellos”.

Las colonias intervenidas vuelven a la “normalidad” porque la guasa de las autoridades municipales solo es un remedo de un operativo que no es pujante y creará las condiciones correctas para que los que a palo entiendan, que puedan cumplir las ordenanzas dadas, más la autoridades municipales duermen el sueño de los justos.