La pregunta ¿Dónde está Xiomara? es un mensaje claro que la presión de la oposición política irá en aumento mientras nos vayamos acercando a las elecciones, máxime para las elecciones generales, aunque las elecciones internas serán una pequeña pauta, en menor escala, sobre el escenario que viviremos de cara al proceso de elecciones generales en noviembre de 2025. Para las elecciones generales será una batalla campal entre funcionarios del gobierno, postulantes a cargo de elección del partido oficialista y de la oposición.
No obstante, lo que debemos vigilar, y demandar, es que esta presión de las posturas antagónicas del oficialismo y la oposición sean de altura, ya que de momento únicamente hemos visto bajezas, de ambos bandos, y es vergonzoso ver funcionarios públicos (que son servidores del pueblo hondureño, no solo de su partido político) atacar visceralmente no solo a los líderes de la oposición, sino a la sociedad civil, sector empresarial y academia.
Todos los sectores que confluyen en la participación de temas de interés nacional deben tener una vocación activa hacia la excelencia y la calidad de argumentos, las ofensas y los ataques estrictamente personales (sexo, clase social, religión, raza) no es algo que debemos aplaudir, esto es algo que debemos condenar.
Esta presión que se va a ir generando gradualmente será visible en los medios de comunicación, en las redes sociales y en las calles, sin embargo, la forma en la que deberíamos vivir esto sería a través de debates sobre posibles soluciones de país, no obstante, lo que vemos son descalificaciones, agresiones, y sobre todo, campañas burdas alejadas de cualquier sensatez para ocupar el cargo al que se postulan. Es urgente contar con una Ley de Debates, para obligar a los postulantes a cargos de elección popular a expresar sus ideas y estrategias para sacar adelante el país.
La presión que debe ir aumentando debe ser la presión de nosotros, cómo ciudadanía, a toda la clase política, en exigir campañas de altura, debates con criterios y fundamentos; porque estar viendo a unos diciendo “ñangaras, zurdos, narco dictadura, cipayos” o cualquier otro adjetivo, es estéril para solventar los problemas que atravesamos como nación.