Combatiendo y negociando. Así transcurrieron los días y noches de marzo 1924. Los sitiadores capturan El Picacho, tras tenaz resistencia, contando así con dos alturas estratégicas, El Berrinche la otra, desde las cuales cañonean las posiciones defensivas gubernamentales, en tanto el avión continúa bombardeando los cerros aún dominados por el oficialismo. En la bahía de Fonseca, a bordo del Milwaukee, delegaciones de ambos bandos, con la mediación del diplomático Welles y la eventual presencia de delegados de los restantes países centroamericanos, van descartando posibles candidatos a presidente provisional, finalmente, reduciéndose a dos, ambos propuestos por los sitiadores: el médico Miguel Paz Barahona y el general Vicente Tosta, quien continúa coordinando, con Ferrera y Carías, la captura de Tegucigalpa, consumada tras feroces y postreros combates el 28 de abril, tras 45 días de sitio. En la misma fecha, en Amapala se firma el Pacto Preliminar de Paz, eligiendo a Tosta como presidente provisional el 30.
Por segunda vez, Washington escogía a un gobernante hondureño, siendo el primero Francisco Bertrand, a bordo del Tacoma, 1911, tras la renuncia de Dávila.
El guatemalteco Barrios impuso a Marco Aurelio Soto, 1876. Previamente, Carrera derrocó a Cabañas, 1855. El nicaragüense José Santos Zelaya apoyó a Policarpo Bonilla, 1894.
Su gabinete incluía a Carías en Gobernación, Ferrera en Guerra y Marina, Paulino Valladares en Relaciones Exteriores. Pronto Ferrera y sus tropas abandonaron Tegucigalpa, reanudándose la guerra civil, ahora entre los vencedores.
Ribas de Cantruy evaluó así la tragedia y horrores acaecidos: “En esta guerra han entrado en juego todos los elementos modernos de la guerra... Ha habido furiosas cargas de caballería, asaltos a machete, duelos de artillería, bombardeos aéreos... según cálculos muy conservadores, esta guerra civil... viene costando a Honduras unos $20,000,000; en esta suma solo contamos el valor de la propiedad destruida, mantenimiento de los ejércitos beligerantes y pertrechos de guerra gastados en la lucha. No hemos incluido lo que el Estado tendrá... que pagar en pensiones”.
Deslindando responsabilidades, el futuro canciller durante la gestión de Lozano concluyó: “No son los colorados ni los azules los que pueden arrojar la primera piedra a propósito de los últimos desastres sufridos en el país. Ambos han sido igualmente culpables de la hecatombe. Los unos por ambición, los otros por intransigentes”. (Citado por Ramón Oquelí, Gentes y Situaciones, vol. I, p. 199).
Este, por su parte escribió: “En Honduras se han producido guerras civiles porque dos hombres no pudieron ponerse de acuerdo. Los dos partidos históricos se han hecho mucho daño a sí mismos y al país, por haberse mantenido constantemente en posturas intransigentes, poco cívicas”. (Gente y Situaciones, vol. II, p. 19).
La postrer guerra civil ocurrió a fines de 1932 e inicios de 1933, cuando comandantes de armas liberales se opusieron a la elección de Carías como mandatario, habiendo vencido en los comicios de 1932 al candidato liberal: Zúñiga Huete. El intento golpista de Velásquez Cerrato en 1959, con el respaldo del nacionalismo y Somoza para derrocar a Villeda Morales se ubica en este contexto histórico que enfrenta a hermano contra hermano