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La amistad en los tiempos modernos

La palabra “amigo” cobró a inicios de este siglo una nueva connotación. La aparición de la red social Facebook provocó que, algunas palabras como “amigo” o “muro” las entendiéramos con un nuevo significado. Ser amigo, entonces, significaba pertenecer a una red de contactos en este nuevo mundo digital.

Algunos lo vieron como una frivolización de la palabra, pero desde la lingüística entendemos que a una palabra se le puede agregar un significado, sin que el anterior, más común u original, se vea afectado. Sin embargo, este nuevo significado ayudó a muchas personas a pensar en el concepto de amistad.

Como es común con los sustantivos abstractos, no existe un acuerdo sobre lo que significa la amistad, aunque la vivamos todos los días. Hay quienes, en un símil con lo que sucedió con Facebook, distinguen entre conocidos y amigos. Y me parece coherente, pero eso aún no resuelve la claridad del concepto de amistad. Sí, sabemos que hay unos valores de por medio: lealtad, sinceridad, honestidad, servicio, entre otros. Y quizá, las personas con las que vivamos esos valores sean de verdad nuestros amigos.

Los tiempos modernos, además de unas fabulosas herramientas tecnológicas, han traído al mundo unas exigencias muy altas y unos obstáculos cada vez mayores para desarrollarnos como personas. Estamos sometidos a mucho estrés y las generaciones más recientes les toca vivir un mundo lleno de reveses. Y, lógicamente, no podemos vivir esta realidad solos o entre puros conocidos. Necesitamos amigos con los cuales desahogarnos, que nos den consejos, que nos hagan sentir que no somos los únicos en la lucha de este mundo (y viceversa) y con los cuales podamos compartir buenos momentos en nuestra vida .

La pregunta es si estamos favoreciendo la construcción de amistades sanas. La amistad, por supuesto, es de las cosas más espontáneas que nos pasan en la vida. Generalmente empatizamos con nuestros amigos en un momento dado, solo porque sí, y comenzamos a compartir más tiempo con ellos, así les confiamos aspectos de nuestro mundo más íntimo y de pronto se convierten en personas esenciales en nuestra vida. Lo anterior, claro que está bien, después de todo es natural y auténtico.

Esa naturaleza espontánea de la amistad ha llevado a que, ahora sí, se la frivolice y se la deje en el olvido. Es por eso, por lo que es muy difícil encontrar amistades verdaderas. Según mi opinión, el origen es lo poco que nos centramos en el desarrollo de nuestras emociones y las relaciones interpersonales.

A mi juicio, quien no es una persona madura no puede ser una buena amiga. Porque solamente una persona madura es capaz de escuchar, de aconsejar, de compartir la alegría de los triunfos ajenos y ser un verdadero apoyo. Porque así como pertenecer a una red de contactos no es ser amigo de una persona, tampoco lo es simplemente chismear o salir de fiesta, que son actividades consecuentes, más no iniciales o esenciales.

También pienso que si somos personas maduras, buscaremos la verdadera amistad, y las mantendremos duraderas a través de los años. San Valentín es una linda oportunidad para tener detalles con aquellas personas que hemos elegido para ser nuestros compañeros de ruta en el camino de la vida, pero también para hacer un alto y reflexionar sobre la profundidad del hecho.