Descubrí “Me hago cargo” en la voz de su mismo autor: Hernán Casciari, un escritor argentino que narra con más emotividad que nadie sus propias historias, cuyos trazos de ficción se confunden y se confabulan con la aparente experiencia personal, sobre todo porque cuenta cada uno de sus relatos en primera persona, como si auténticamente le hubieran pasado a él.
En “Me hago cargo” cuenta la experiencia de crecer en un hogar con conductas machistas, sin embargo la vida y la paternidad, con los años, lo llevó a darse cuenta de ello. Es también la historia de un escritor que fue dejando una huella machista heteropatriarcal en sus relatos.
Se plantea una pregunta, ¿qué hago ahora que ya no soy más así? O que por lo menos procura no serlo. ¿Qué hacer con esa huella que dejó en algunos de sus relatos? Se responde que borrarlos sería cobarde y corregir las partes afeadas por su contenido machista lo convertiría en un careta, que según el “Diccionario de americanismos” en Argentina y Uruguay se usa en el registro popular como “desvergonzado, caradura, insolente”. Decide, por otra parte, avisar y hacerse cargo. Advertir de alguna manera lo que fue.
El cambio, me atrevería a afirmar que por condición humana, es muy difícil de gestionar y de admitir. El error lo es todavía más. Y esta conjunción de factores provoca que haya muchas personas que teman aceptar sus errores y modificar sus conductas. El primer paso es reconocer que no somos perfectos ni lo seremos, pero esa condición de imperfección-perfectible tampoco debe servir de excusa para no ser mejores cada día.
Nos puede suceder en el ámbito político, religioso, ideológico y personal, incluso, puede que este sea el más común de todos. Es necesario enfrentar con valentía lo que hemos dicho y hecho. Es posible que no haya otra manera de crecer, sería como un estudiante que, aun cometiendo muchas equivocaciones, jamás recibió una corrección de parte de su profesor.
Si usted ha tenido alguna conducta discriminatoria hacia cualquier realidad de la sociedad, asúmalo, si usted no ha sido el mejor padre o la mejor madre, asúmalo, si usted no fue en su momento la mejor o el mejor de los empleados, hágase cargo. O no nos vayamos tan lejos, como se dice coloquialmente en Honduras, asuma que usted ha cambiado de opinión. En este mundo tan revolucionado es necesario estar dispuesto al cambio, creo que se sufre menos y se hace sufrir menos al prójimo.
Si va y busca la historia que hoy le estoy comentando y de alguna manera proponiendo, se dará cuenta de que los cambios no se dan de un momento para otro y que llevan muchos años de trabajo duro, paciente y constante, pero que por otra parte es posible vivir cierto placer en encontrarse de vez en cuando un poco renovado: hágase la idea que es como ir al salón de belleza o a la barbería después de muchos meses.
La libertad, tan aparentemente valorada en nuestra sociedad occidental, se trata de que hoy puedo ser uno, y producto de una reflexión, de una experiencia, de cualquier circunstancia que me haga evolucionar, mañana pueda ser otro. De alguna manera, la democracia también, hoy son unos los idóneos para gobernar, mañana ya serán otros. Se supone que cada día somos mejores, y que, por lo tanto, siempre habrá frases, acciones o cualquier otra situación de las cuales será necesario hacernos cargo.