Hacer un ejercicio de introspección para cuestionarnos a nosotros mismos es una práctica saludable en nuestras vidas. Nos permite mejorar en lo personal, familiar y profesional. Si creemos que todo lo hacemos bien, corremos el riesgo de estancarnos y vivir en una falsa convicción de que actuamos correctamente.
A veces necesitamos el comentario de un tercero que nos ayude a identificar áreas de mejora. Es importante saber a quién escuchar, ya que hay personas cuya crítica responde a una intención constructiva y otras que critican por hábito o por naturaleza destructiva. Cuando las observaciones son constantes y provienen de distintas fuentes, conviene hacer una pausa, escuchar a nuestra voz interna y revisar en qué podemos mejorar.
Lo mismo aplica a los gobiernos y a los partidos políticos. En medio de tanta polarización y división social es importante hacer ese ejercicio de introspección y analizar de qué manera se puede mejorar, no podemos adoptar como modus vivendi andar culpando a los demás. Es curioso ver a la gente de Libre en el pasado culpando a las 10 familias más “poderosas” de este país, y ahora que son gobierno, siguen haciendo lo mismo, si llegaron al poder es para efectuar cambios, no para poner excusas y llenar de odio el país, un claro ejemplo de eso es lo que sucede en Colombia, donde producto de ese lenguaje lleno de odio y violencia existe una enorme fragmentación social.
Nuestra clase política debe hacer un ejercicio de autocrítica y apreciar en qué pueden mejorar para fortalecer el Estado de derecho, para tener un proceso electoral sano, para buscar construir una campaña electoral llena de propuestas constructivas y no de odio destructivo. El odio termina en incidentes como el atentado al precandidato presidencial de Colombia Miguel Uribe y al mismo presidente Trump en su campaña.
Nuestros pueblos deben elegir el camino de la paz, buscar una reconciliación social a través de los procesos de justicia transicional y a partir de ahí promover el debate sano, competitivo y lleno de fundamento, para promover la conciencia social y la participación ciudadana, pero no podemos apelar al odio porque vamos a llevar a nuestra sociedad a un callejón sin salida, y una sociedad orillada solo responde violentamente o sumisamente y ninguna de estos dos opciones son libertad.
Es necesario que todos hagamos ese ejercicio de introspección y veamos en qué podemos mejorar para construir un proceso electoral democrático, constructivo y pacífico.