Salir del clóset” es un término relativamente reciente, de naturaleza “jocoseria”, para describir la acción valiente de aquellos seres en quienes la naturaleza decidió experimentar con su sexualidad.
El “clóset” representa oscuridad, secretividad, de alguna manera temor de ser descubierto, vergüenza por algo que no implica ningún pecado y, por consiguiente, ninguna razón para ser penalizado; por todo ello, “Salir del clóset” es tener la valentía de enfrentar a una sociedad prejuiciada, de revelar no las preferencias sexuales, porque estas son escogencias nacidas del uso de la razón, sino de declarar inclinaciones naturales, natas sobre las cuales el ser humano no tiene ningún control.
En nuestra Honduras existe en este momento un “clóset mayor” del cual es urgente salir, dar la cara al sol y enfrentar con valentía las minúsculas fuerzas del mal que no solo impiden el desarrollo futuro y urgentemente necesitado de la sociedad hondureña, sino que también provocan daños al pueblo hondureño que son propios de mentes que superan la de Macchiavello.
Estas mentes y sus acciones deben ser objeto de un estudio profundo para encontrar una vacuna, no para curar a los enfermos del mal porque esos deberán secarse en las cárceles, sino para prevenir que la corrupción que procede se convierta en una epidemia tan intensa que nos conduzca, sin retroceso, a un Estado totalmente fallido. En este “clóset mayor” se encuentran escondidos, algunos, tal vez demasiados, líderes genuinos de este país, repito, genuinos, no los muñecos cómicos que se queman cada año nuevo en la pintoresca aldea de Germania; me refiero a los líderes serios de los partidos políticos, de las asociaciones civiles, sindicatos, ONG, iglesias de todas las dominaciones, consejo del empresariado hondureño, incluyendo, por supuesto, representantes calificados de las mipymes, cámaras de comercio y colegios profesionales. En fin, cualquier otro ciudadano o agrupación con suficiente formación y amor patrio como para contribuir con sus ideas; necesarias, no solo para trazar el nuevo rumbo de un pueblo en pos de un futuro, sino para rescatar de las garras del desastre económico, político y social en que nos tienen un minúsculo grupo de ciudadanos tal vez inexpertos, muchos incapaces, pero también demasiados corruptos.
Para triunfar en esta gesta salvadora, ¡basta ya de esconderse! ¡Basta ya de no abrir la boca por temor a las represalias oficiales! Basta ya de las reunioncitas encubiertas, prolongadas pero inefectivas que se dan desde hace más de cuatro años sin que se vea surgir un movimiento fuerte y responsable que obligue a corregir el rumbo de la nave y que garantice la interrupción irrevocable del continuismo en la jefatura del Estado, restituya el texto original de la Constitución y también que propugne por el congelamiento prolongado de esa comparsa de cómplices, violadores de la constitución cuyo temor es perder el control de las instituciones operadoras de justicia que hoy por hoy les brindan impunidad y los invita a seguir cometiendo acciones deleznables.
Un llamado respetuoso pero enérgico a todos los líderes de este país a salir del clóset. Un llamado a los expresidentes Flores, Maduro, Zelaya, Mitchelleti y Lobo; así como a los ciudadanos Luis Larach, Sikaffy, Illescas, Luis Zelaya, pastores honestos, Conferencia Episcopal, FOSDEH, CNA, y tantas otras personalidades políticas, empresariales, gremiales y ciudadanos amantes de la patria. Se acabó el tiempo de jugar a las escondiditas, metámosle el colmillo al hueso. Como dice Gualala “caminemos juntos en pos de la nueva Honduras, tierra santa que Dios nos ha prometido a los catrachos”