Cartas al editor

Un viaje filosófico

Viaje filosófico en la búsqueda de comprender la naturaleza humana, nos adentramos en la noción atemporal de la “imperturbabilidad del alma”. Como Epicteto, el filósofo estoico, proclamó con sabiduría: “Las cosas no nos afectan; somos nosotros quienes les damos significado”.

Esta afirmación encapsula la esencia de la imperturbabilidad, sugiriendo que la paz interior yace en nuestra capacidad para enfrentar el mundo con ecuanimidad. Explorar la filosofía estoica revela un llamado a mantener la serenidad en medio de las tormentas emocionales.

El filósofo Séneca, en su obra “Cartas a Lucilio”, acentúa esta idea, indicando que “nuestra alma es perturbada no por los acontecimientos, sino por nuestra percepción de los acontecimientos”. Aquí, se destaca la influencia de la percepción en la estabilidad del alma, subrayando la importancia de cultivar una perspectiva tranquila. La antigua filosofía hindú también abraza la noción de una alma imperturbable.

El Bhagavad Gita proclama: “El alma es eterna, inmortal e imperecedera”. Esta perspectiva hindú resalta la indestructibilidad del alma, sugiriendo que en su esencia, permanece inmutable frente a las vicisitudes de la vida. La filosofía contemporánea, a través de voces como Viktor Frankl, enfatiza la libertad última del ser humano: “La última de las libertades humanas es elegir la actitud en cualquier conjunto de circunstancias”.

Aquí, la imperturbabilidad se conecta con la capacidad de elegir nuestra respuesta ante las adversidades, demostrando la fortaleza inherente del alma. En conclusión, la imperturbabilidad del alma se revela como una joya filosófica, un recordatorio de que, en la encrucijada de la vida, somos los arquitectos de nuestra paz interior.

Al abrazar la sabiduría antigua y contemporánea, podemos forjar un camino hacia una existencia serena, donde el alma permanece inmutable ante las tormentas, recordándonos que la verdadera fortaleza reside en la calma interior.