Cartas al editor

Su Majestad, la reina Isabel II

Sin duda que a nivel mundial fue la noticia que acaparó la atención de la prensa cuando el pasado 8 de septiembre falleció Isabel II del Reino Unido, quien fue la monarca desde su ascenso al trono en 1952 hasta su muerte, además de la soberana de otros catorce Estados independientes constituidos en reino y que forman parte de la Mancomunidad de Naciones: Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Jamaica, Bahamas, Belice, Granada, Papúa Nueva Guinea, Islas Salomón, Tuvalu, Santa Lucía, San Vicente y las Granadinas, Antigua y Barbuda y San Cristóbal y Nieves.

Fue la principal figura política de los 54 países miembros de la Mancomunidad de Naciones. En su rol específico como monarca del Reino Unido fue, a su vez, la gobernadora suprema de la Iglesia de Inglaterra.

Su papel político abarcó grandes áreas, tuvo funciones constitucionales significativas y actuó como foco de la unidad nacional de los británicos y como representante de su nación ante el mundo.

Nació en Londres, siendo la hija mayor de los duques de York (más tarde, los reyes Jorge VI e Isabel) y fue educada en su casa a cargo de preceptores privados. Su padre ascendió al trono en 1936 tras la abdicación de su hermano Eduardo VIII. Comenzó a llevar a cabo funciones públicas durante la Segunda Guerra Mundial.

Mucho se ha dicho de Isabel II, desde que era una mujer muy fría o hasta que fue “reptiliana”.

Las teorías conspirativas señalan que era extraterrestre y hasta que simpatizó con el nazismo, siempre estuvo envuelta en un halo de misterio.

Por su puesto se habló mucho sobre la complicada y mala relación que existía entre ella y la que fue su nuera, Diana de Gales (Lady Di). Una relación que se vio dañada y perjudicada sobre todo por la larga relación extramatrimonial del príncipe Carlos de Inglaterra, ahora convertido en el rey Carlos III, con Camilla Parker Bowles, nueva reina consorte.