Cartas al editor

Soberbia y política

Si hay algo que la historia nos ha demostrado más que con palabras, con hechos, es que la soberbia y la política son una pésima fusión y que aquellos que padecen de soberbia, que es definida por los expertos como un sentimiento de superioridad frente a los demás, no pueden combinarse con la política que se entiende como una actividad de los que gobiernan o aspiran a gobernar los asuntos que afectan a la sociedad y es la búsqueda del bien común de un país.

Un soberbio en política quizás logre alcanzar metas bien altas, pero sin duda su arrogancia -tarde o temprano- también lo llevará a tener una gran caída, pues los pueblos son sabios e identifican quién es soberbio y quién no lo es.

Hasta la Biblia nos dice que: “Satanás fue echado del cielo por su orgullo” (Isaías 14:12-15).

“Con el orgullo viene el oprobio; con la humildad, la sabiduría…”

“Vivan en armonía los unos con los otros. No sean arrogantes, sino háganse solidarios con los humildes”.

Y también nos enseñan las Sagradas Escrituras lo siguiente:

“El altivo será humillado, pero el humilde será enaltecido”. Proverbios 29:23.

Hoy 3 de noviembre quizás la historia nos vuelva a recordar estas sabias palabras, pues el líder de la gran nación del norte y actual presidente Donald Trump lo más seguro es que pierda las elecciones en esta fecha histórica y trascendental, quizás no tanto porque su contrincante el exvicepresidente demócrata Joe Biden, que encabeza las encuestas, sea más popular sino más bien porque Trump es despreciado por gran parte de los electores.

No gobernó con humildad, sino más bien con soberbia y menosprecio para sus semejantes.

Un estudio realizado en 2007 identificó rasgos clínicos del trastorno narcisista en el presidente de los Estados Unidos. Trump muestra sentimientos de grandeza, necesidad de admiración y falta de empatía, concluyeron.

Hoy Trump cosechará en las urnas lo que su soberbia sembró.