Hoy por la tarde llovió como nunca y gracias a Dios teníamos un techo donde estar protegidos.
Así estamos millones de hondureños tratando también de protegernos de un virus terrible e invisible.
El 31 de enero tuve el privilegio de escribir por este digno medio una publicación con título “bomba de tiempo” donde hacía mención de este terrible flagelo que estamos viviendo a nivel mundial.
En dicho tiempo aún teníamos el privilegio de poder andar libremente en las calles y socializar con nuestras familias y amistades sin el temor a ser contagiados, pero hoy en día no estamos encerrados sino que nos toca estar en casa protegidos esperando que el desarrollo de las pruebas de vacunas ya sean oficiales para uso humano, aun así unos dicen que estará lista para final de año y otros dicen para el próximo. Como nación debemos preguntarnos conscientemente qué lección nos dejara esta pandemia. Hemos visto un tanto incrédulos cómo unos cuantos personajes allegados al poder se han encargado prácticamente de saquear los fondos destinados para este mal, llenándose los bolsillos a diestra y siniestra. Otros en cambio, como el gremio médico, luchan de frente con las sobras que estos personajes les hacen llegar y vemos cómo con esmero y valentía salvan muchas vidas diariamente. Aquí en el presente resta solamente cuidarnos y protegernos y así evitar infectarnos de esta terrible enfermedad, da mucha lástima saber que se pueden hacer grandes cosas en materia de salud, pero el inevitable desvío de fondos hace que nuestro pueblo sufra tales consecuencias, como hospitales llenos, sean públicos o privados, escasez de materiales en los mismos y absolutamente nada de los más de 90 hospitales prometidos al inicio de esta pandemia en nuestro país. La famosa pregunta que todos se hacen: “¿cuándo terminará esto? La respuesta es sencilla y mientras no exista conciencia a favor del pueblo este mal de saqueos peor que el propio coronavirus dejarán enlutadas cientos de familias y mientras tanto tendremos que estar aguardando que pase la lluvia.