Cartas al editor

Desde tiempos remotos el predominio de la Iglesia en todas las sociedades ha sido, o al menos debió de ser, fundamental, la gente busca de esta institución protección, recogimiento, perdón y redención.

Esta, en su función maternalista (la Santa Iglesia), en el devenir de la historia, construyó arquetipos de individuos como ser los castos, es decir, los amantes de la piedad, pobreza y casi con una aureola en sus cabezas. Otro arquetipo son los tibios, éstos se encuentran siempre en apuros emocionales y pasionales, y el último arquetipo es del linaje de “Epicuro”.

La Santa Madre (Iglesia) promulga una vida de santidad y una vida después de la muerte, desde tiempos antiguos la poderosa institución clerical constituyó un bastión importante en todas las esferas de las estructuras sociales, enseñando por siglos las normas y designios de Dios, a su manera. En determinado espacio de tiempo, la Iglesia había fracasado en general como dispensadora de caridad, incluso de educación.

Se han llevado a cabo largos debates y discusiones sobre el papel de la Iglesia en las sociedades. Bajo ciertas circunstancias las sociedades temerosas como la nuestra, pobre, analfabeta, corrupta pero religiosa, con base en las extensas teorías espirituales, asumo que, ya que campeamos en índices de pobreza, tenemos “ganado el cielo”, es decir, Honduras está cumpliendo votos de pobreza, de reproducción poblacional desbordante (por aquello de crecer y multiplicaos).

Dentro del contexto nacional, la Iglesia como “opio del pueblo” (Carlos Marx) apresa a sus feligreses confiscando los pensamientos libres sobre temas como la Pastilla Anticonceptiva de Emergencia (PAE). Pero entiendo que la Iglesia considera el cuerpo como una vestidura “terrenal” a la que no debe dársele importancia.

En este punto la mujer se ve perjudicada, porque recae sobre ella mantener la apariencia. ¿Qué tipo de intereses persigue la Iglesia al oponerse a la formulación de prevención de embarazos no deseados?