Cartas al editor

El coco sin agua

Hace algún tiempo ya, en una selva llena de frutas exóticas, creció entre ellas quien un día llegara a autoproclamarse rey de todas, lo hizo un imponente coco, muy robusto y con una palmera muy alta y frondosa, era el coco más sobresaliente de todo el gajo, y sin duda alguna era la perla de aquella palmera, el coco era bastante arrogante que incluso se burlaba del durián por el olor que tenía, al rambután lo admiraba por su belleza, pero lo veía de menos ya que él estaba muy por encima y además su color verde como las esmeraldas le daba un toque ornamental a aquel bello paisaje, pues el coco siempre decía “si algún humano se perdiera por esta zona, bastaría y sobraría con las palmeras para que pueda sobrevivir, pues acá tenemos comida y agua, agua limpia, agua fresca y dulce, tú, durián no tienes un aspecto agradable, y tu olor espanta hasta las moscas, de ti pitaya no puedo decir lo mismo, tienes tus encantos, pero no ofreces para beber”, en eso replicó el kiwano diciendo: “¿Te crees único, verdad, coco?”.

“Lo soy, y no eres tú quien para decirme lo contrario, pues tu piel parece de cocodrilo, y aunque eres dulce tu aspecto de pepino no te hace tan provocativo”. Llegaron de pronto en un atardecer unos soldados, se sintieron en el paraíso en medio de tanta fruta, el paisaje era espectacular, muy colorido, y abundaba la comida, y así iban sobreviviendo y comiendo todas las frutas, y bebiendo solo el agua de cocos, y pasado unos 35 días, las frutas empezaron a escasear, y aquel hermoso coco que adornaba la palmera más alta del lugar ubicado casi en la punta de la misma, estaba casi listo para cumplir su única y última misión, saciar la sed de aquellos soldados, y fue así cuando llegó el día, después que lo bajaron dijeron, de acá podemos beber tranquilamente cuatro de nosotros, y al partirlo de un solo machetazo, ¡sorpresa¡, el que se creía rey de la selva, no tenía agua, estaba seco, lo volvieron a cerrar y a colgar solamente para ser un punto de referencia. (Cuento).