Cartas al editor

A nuestra amada Honduras, cada uno de sus hijos queremos verla como una nación competitiva a nivel regional y, por qué no decirlo, a nivel mundial en diferentes áreas del conocimiento, del comercio, en diferentes disciplinas del deporte; un sueño que es posible hacerlo realidad, pero necesitamos generar un cambio en nuestras familias, en nuestro entorno y, consecuentemente, generar una verdadera transformación social.

No se trata de refundar un país, se trata de crear una metamorfosis social de manera integral, generando fuentes de empleo, programas sociales, que beneficien a los más vulnerables, orientados en dar respuesta coherente a las demandas de la población, es necesario que cada hondureño salga de esa zona de “confort”.

Ahora bien, ¿con qué nos enfrentamos? Pues esto no es muy difícil de descubrir, con un gran sector de la población conformista, apáticos a los problemas de país, indiferentes a la corrupción pública de funcionarios de diferentes categorías, con patrones de corrupción arraigados desde la cabeza hasta las uñas de los pies.

El Consejo Nacional Anticorrupción recientemente dentro de esa labor paladina que abandera en la lucha contra la corrupción desde diferentes trincheras, ha publicado una obra denominada “Corrupcionario”, en donde conceptualiza diferentes tópicos relacionados a temas de corrupción, en el mismo invito a que agreguen el concepto de “corruptomanía”, que no es más que la trama que realiza uno o varios individuos para traspasar los límites de la ley, para ingresar al indeseable mundo de la corrupción, obteniendo beneficios propios o de terceros, y es que este patrón no solo se le puede achacar a los funcionarios o empleados públicos, también la corruptomanía la practica el comerciante, el empresario, el ciudadano común, desde el momento que decide infringir la ley, sea por acción o por omisión, ¡hondureño(a), la indiferencia mata, tu eres el cambio, Honduras nos necesita.