Se inició la campaña política para las elecciones generales que se celebrarán el próximo 24 de noviembre, en las que se elegirá un presidente de la República, 3 designados presidenciales, 20 diputados al Parlamento Centroamericano y 128 diputados al Congreso Nacional y sus suplentes y 298 corporaciones municipales. Desafortunadamente y a pesar de la difícil coyuntura por la que atraviesa el país, la mayoría de los candidatos no están entregando a los electores un mensaje que les permita tener, aunque sea un simple vistazo, de sus planes de gobierno en caso de ser electos para los distintos cargos que están en juego.
Un elemento importante de la política en democracia consiste en presentar a la ciudadanía la visión de los candidatos en cuanto a los diferentes problemas que afectan al país, explicar concisa y objetivamente sus propuestas para hacerle frente a los mismos y cuáles son los medios que utilizaran para ejecutar sus propuestas. La mayoría de los mensajes que escuchamos son discursos o canciones vacías con alabanzas al candidato o ataques y contraataques hacia otros candidatos.
Como consecuencia de lo anterior tenemos la ausencia de debates sobre los temas políticos, económicos y sociales, lo cual permitiría a los ciudadanos evaluar las propuestas de los candidatos y decidir cuál es la que a su criterio identifica claramente los problemas del país y ofrece las soluciones que le parecen más adecuadas. Precisamente por este vacío de propuestas es que una vez el candidato se convierte en ganador siente que no tiene ningún compromiso con los ciudadanos que le dieron su voto.
A pesar de los sucesos del año 2009 y de la multicrisis política, económica y social que enfrentamos, la mayoría de los candidatos sigue recurriendo a la práctica del clientelismo, o sea el intercambio del voto por la promesa de un favor futuro y el seguimiento a pie juntillas de las directrices de caudillos locales. Esta es una práctica que abarca todos los niveles de la política, es decir desde las dirigencias hasta las bases.
Debido a lo anterior, desde el momento que el candidato de un partido político se declara ganador comienza el tráfico de influencias y el proceso para acomodar las demandas de los que trabajaron arduamente por el triunfo del partido, desconociendo que gobernar un país significa que se gobierna para todos sus habitantes, independientemente de sus preferencias políticas y que la principal responsabilidad de un gobierno es tomar las decisiones y acciones que favorezcan a la mayoría de los ciudadanos y no solo a determinados grupos.
En esta contienda estamos escuchando promesas de generación de miles de empleos, de incrementar en forma realmente impresionante el número de beneficiarios del bono 10 mil, de refundar el país sin explicar claramente a los ciudadanos que significa este término y cuáles son sus alcances, de combatir la corrupción y la impunidad, de reducir la pobreza y la inequidad y de combatir frontalmente la violencia y el crimen organizado. Pocos dicen, en forma creíble, como lo harán y varios de los contendientes han sido parte del engranaje gubernamental, por lo que es difícil creer en sus promesas.
La dura realidad es que la ciudadanía se encuentra sumida en la desesperanza, tanto por su situación actual como por la poca expectativa de mejorar en el futuro. Desde el punto de vista macroeconómico, la lenta recuperación de la crisis por la que atraviesan las economías de los países avanzados ha afectado el crecimiento económico del país y para este año se prevé un crecimiento aun menor del PIB, las tasas de interés reales se mantienen elevadas y déficit fiscales altos e insostenibles, con presupuestos donde los gastos rígidos dejan muy poco espacio para la inversión social y en infraestructura.
Los hondureños tenemos que pensar en el bien del país, en fortalecer la democracia y en la necesidad de cambios estructurales. Esto supone la construcción de condiciones para que el próximo gobierno pueda enfrentar con éxito y con un enfoque pragmático, los principales desafíos del país. También implica promover el dialogo para disminuir el riesgo de la polarización política e implementar políticas económicas y sociales que efectivamente reduzcan la pobreza y la desigualdad, creando un clima favorable al crecimiento económico sostenido, la generación de empleo y el fortalecimiento del estado de derecho.