El osteosarcoma es un cáncer óseo que aparece por lo general en cualquiera de los extremos de la diáfisis de un hueso largo. Los huesos en los que aparece más frecuentemente son el fémur, la tibia y el húmero.
Este padecimiento aparece por lo general durante las fases de crecimiento, especialmente en niños y adolescentes. Es raro en adultos, pero a partir de los 60 años vuelve a aumentar su incidencia. Todo esto yo no lo sabía.
Lo conocí hace seis años, cuando apenas tenía 15 años de edad, y estaba por finalizar el segundo curso de ciclo común. Recuerdo muy bien aquel momento, pedaleaba fuertemente y de repente me caí de mi bicicleta y se me comenzó a inflamar mi rodillas dificultándome al mes y quince días la capacidad de caminar. Al verme en esa situación, mi madre decidió traerme al Hospital Escuela, donde me desarrollaron una serie de estudios y pruebas en las que indicaban que una nube negra estaba rodeando la rodilla. Los especialistas, al ver esos resultados de las pruebas practicadas y de la tomografía, se percataron de que tenía un osteosarcoma que me había comido el 90% del hueso.
Decisión
Esta noticia para mí fue muy dura y las palabras que me dieron ánimo fueron que mi caso tenía que tomarlo como una canasta de manzanas. Con una manzana mala ¿qué habría que hacer para que las demás no se dañaran? Hubo dolor y confrontación entre los miembros de mi familia por la amputación de mi pierna y posterior tratamientos de quimioterapia, el cual lo recibí por un año continuo y al año siguiente una medicación continua.
No solo la decisión de la amputación fue difícil, sino el hecho de tener que estar yendo al hospital, a la par de una alimentación rigurosa. A estas alturas de la vida, donde he logrado muchas metas y culminado mis estudios secundarios, sé que valieron la pena todos los esfuerzos y sacrificios que se hicieron. Recuerdo que en el segundo ciclo de quimioterapia me desahuciaron. Pero a la octava quimioterapia las células cancerígenas desaparecieron de mi cuerpo.
Esperanza
Mi madre María Magdalena Gómez ha sido el bastión de mi vida, ella nunca fue débil de espíritu y me alentó a seguir al pie de la letra mi tratamiento. También tuve el apoyo de la Fundación Hondureña para el Niño con Cáncer, que desde mi diagnóstico hasta el día de hoy me siguen apoyando a cumplir mis metas y sueños.
Apoyo
Si necesita ayuda o quiere apoyar a la Fundación Hondureña para el Niño con Cáncer, llame gratis al 800-2220-8432 o visite la página web www.salvamivida.org.
'Es necesaria la fe en Dios y que cuando la persona comience a notar los síntomas busque asistencia médica oportuna”. Francisco Lemus, sobreviviente.