Nada es de forma implícita como se ve en Instagram, Facebook, Pinterest o series de TV; desempeñar un papel activo en la fuerza laboral siendo madre es un verdadero desafío. No obstante, de no tomar medidas acabará agotada y sin sentido de logro, sin rendir lo suficiente en ningún ámbito.
De ahí que el paso inicial es desligarse de toda culpa. Con frecuencia se juzga a las madres por “abandonar” a sus hijos, mientras que se espera que los padres vayan a trabajar para “mantener” a la familia. ¿Por qué este estereotipo sexista todavía está tan presente en nuestra sociedad aparentemente progresista?
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Algunas mujeres no tienen opción y son amas de casa, mientras que otras sí optan por no renunciar a sus carreras.
Cualquiera sea la razón, decidir ser una madre trabajadora es una elección que debe ser admirada, no juzgada o avergonzada. Si se siente culpable por no estar con su hijo todo el tiempo, es hora de dejarlo ir.
Concéntrese en las cosas positivas que su vida laboral está aportando a su familia. Tenga la seguridad de que está tomando la mejor decisión para toda su familia, incluida usted misma, y su hijo sentirá el alcance de su amor y comprenderá su sacrificio.
Otra clave es gestionar el tiempo de forma eficiente. Por ejemplo, una alternativa es ordenar los comestibles en línea; esto ahorra tiempo y asegura que no se olvide de nada. O bien haga diligencias rápidas durante la hora del almuerzo para tener más tiempo durante la semana.
La idea es hacer todo en el menor tiempo posible. Para una mayor organización podría, incluso, valerse de apps, calendarios u otros recursos. También es vital una comunicación abierta con su jefe inmediato. Al ser madre no significa que será una empleada menos productiva. Sin embargo, definitivamente se producirán cambios sobre la marcha.
Lo importante es asegurarse de comunicarle a su gerente cuáles son sus necesidades y cómo continuará haciendo bien su trabajo. Con suerte, comprenderá y apreciará su transparencia y dedicación tanto a su familia como a su trabajo.
Es importante que en su hogar haya una adecuada distribución de las tareas domésticas.
La carga de las tareas domésticas no debe recaer únicamente sobre los hombros de la mujer. Esta es un área en la que su pareja puede ayudarla fácilmente, especialmente si tiene tareas específicas que solo usted puede hacer (es decir, amamantar, acostar al bebé, etc.).
Si sus hijos son mayores, delegue tareas sencillas para que aprendan a desarrollar buenos hábitos desde el principio y desempeñen un papel activo en la contribución a la familia. Como humanos, por naturaleza tendemos a desequilibrarnos con suma facilidad. Ser equilibrado es un arte. Dominarlo requiere pericia y dedicación. Mantenga su visión clara y establezca las prioridades en cada ámbito de su vida y logrará tener más gratificación y satisfacción por su esfuerzo día a día.
