Crímenes

Edgar Valeriano: 'El teatro es mi vida”

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14.08.2016

Tegucigalpa, Honduras
El teatro para Edgar Valeriano es su segundo renacer en la tierra, es su vida. No en vano ha dedicado casi 30 años de ella a esta disciplina de las artes escénicas donde no solo se ha formado como actor, sino como humano. Nadie hubiera pensado que aquella pastorela en la que participó en la iglesia cuando era apenas un niño, sería el primer paso de uno de los actores más sobresalientes de Honduras.

¿Cómo fue el acercamiento de Edgar Valeriano con el teatro?
Cuando estaba pequeño pertenecía a un grupo de niños en una iglesia y este celebraba con poesía, cantos y acrósticos todas las fechas especiales. En una Navidad me tocó protagonizar la pastorela “El cansado pastorcito” y a partir de ese momento el teatro y los aplausos hicieron la magia y nací de nuevo. Posteriormente, ya adolescente, después de recibir varios talleres de teatro, decidí estudiar en la Escuela Nacional de Arte Dramático (ENAD).

¿Desde el inicio tuvo claro que quería dedicar su vida al teatro?
No, nunca imaginé que me dedicaría de por vida a esta profesión tan maravillosa. A medida me comprometía con el teatro, mis metas y destino iban cambiando. Traté de ganarme la vida de otra forma, pero fracasé, porque mi vida estaba en los escenarios y tuve que tomar la decisión de dedicarme al arte escénico en contra de todos los pronósticos y voces que me decían: “En este país te vas a morir de hambre”, “del teatro nadie vive”, “buscá otra profesión que te dé dinero”. No hice caso. Aquí estoy vivo, con fuerzas, con alegrías y cerca de celebrar 30 años de labor teatral.

¿Cómo surge la iniciativa de fundar el Grupo Teatral Bambú?
Después de finalizar los estudios en la ENAD, con un grupo de egresados queríamos poner en práctica a nivel independiente todos los conocimientos aprendidos. Como todo joven, queríamos ser de todo: actores, directores, dramaturgos, productores, escenógrafos, utileros, y en una tarde de marzo de 1990 decidimos fundar una nueva agrupación teatral en Honduras a la que llamamos Grupo Teatral Bambú (GTB).

¿Cómo ha sido esta trayectoria como miembro del grupo?
Ha sido una de las mejores experiencias de mi vida, ser miembro del GTB me ha hecho crecer a nivel personal, artístico y administrativo. He tenido la oportunidad de dirigir y actuar en más de 20 obras, de estar en la coordinación de 26 ediciones del Festival Internacional de Artes Escénicas Bambú, de representar a Honduras en 15 países de América y Europa y me ha dado la oportunidad de adquirir una nueva familia, la familia bambusina a la que amo tanto.

¿Qué siente Edgar Valeriano cuando está sobre las tablas?
Es el espacio donde me siento libre, escuchado y feliz. El escenario ha sido una escuela que me ha permitido viajar a través de la historia, del tiempo, que me ha permitido conocer personajes que me han dado grandes lecciones de vida. Es tan emocionante estar en las tablas que a veces no entiendo porqué no todo el mundo actúa.

¿Cómo vive el proceso de preparación de un personaje?
Es un proceso muy interesante cuando comienzo a crear un personaje. Comienzo a conocerlo con los datos que me da la obra, las premisas que me da el autor, el director y la historia que creamos con el personaje, y después con la fusión de todas estas energías van apareciendo cosas, en los ensayos el personaje me va dando su musicalidad, su ritmo y yo le aporto lo mío. El colocarme en el camerino el vestuario, que es su piel, el maquillarme, es un ritual.

¿Qué significa el teatro en su vida?
Es mi vida, es mi segundo renacer en la tierra, es mi voz, es mi espacio, donde me siento insubordinado y puedo ser también la voz de otros.

¿Qué tan exigente es ser actor?
El teatro es una profesión que nos exige mucho tiempo, estudio y disciplina, porque el talento no se puede sostener solo.

¿Qué siente al ver que sus hijos también se están forjando en el teatro?
Yo en la vida he renacido muchas veces, y el ser padre fue y es una de las experiencias más extraordinarias que he tenido. Al ver a mis hijos Norma Gabriela y Edgar Gabriel en escena es una satisfacción enorme; ver que aquellos niños que crecieron en medio de ensayos, presentaciones y festivales ahora son protagonistas de historias que su padre orgullosamente aplaude.

¿Si no fuera teatrista, qué le gustaría ser?
Es una pregunta que me he hecho muchas veces, ahora ya no me la hago porque ya sé la respuesta. Si no fuera teatrista me gustaría ser teatrista. No me veo en otro espacio que no sean los escenarios y de estarlo moriría, porque en la vida también morimos muchas veces.

¿Cuál considera que ha sido el mayor aporte del GTB al país?
El presentar nuestras obras teatrales en los 18 departamentos de Honduras teniendo como escenarios teatros, plazas públicas, calles, escuelas, colegios, universidades, etc., y fuera de nuestras fronteras en El Salvador, Guatemala, Costa Rica, Nicaragua, Panamá, Belice, México, Estados Unidos, Colombia, Chile, Argentina, Ecuador, República Dominicana, Cuba y España. El crear un festival que ha sido una ventana y espacio de intercambio y aprendizaje para muchos artistas, generando la circulación de trabajos y brindándole al público la oportunidad de apreciar espectáculos de calidad. También nuestra propuesta teatral que habla de nuestra historia, salpicada de nuestra realidad.

¿Qué es lo que más espera en cuanto al desarrollo del teatro en Honduras?
Que se creen más espacios de formación teatral, actores, actrices, dramaturgos, directores apasionados y comprometidos con la profesión. Abrir más salas de teatro y un público que asista y disfrute de espectáculos de calidad.

¿Cómo vive su faceta de maestro?
Actualmente imparto la asignatura de Teatro en Honduras en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras y esta faceta es otro renacer en mi vida que me ha permitido enseñar, aprender y crecer junto a los estudiantes. También el dirigir al grupo de Teatro Universitario Lucem Aspicio del Departamento de Arte ha sido una experiencia muy enriquecedora que me ha inyectado un enorme entusiasmo para seguir adelante, compartiendo mis experiencias con una tropa de jóvenes de los que me siento muy orgulloso por su entrega, energía y dedicación.

¿Cómo se siente en esta etapa que está viviendo como cuentero?
La narración oral escénica es otro género que me ha abierto muchas puertas. He tenido la oportunidad de crear los espectáculos “A puros cuentos”, “Historias y más historias”, “Pa’ que te cuento” (contadas colectivas con varios narradores) y “El pueblo encuentado”, todos con muy buen suceso. El arte de contar me ha permitido viajar mucho, estar en una constante actividad, acercándome más al público, ya que cualquier espacio es propicio e ideal para contar cuentos.

¿Cómo vive la actuación para teatro y la actuación en los cuentacuentos?
La verdad es que disfruto al máximo ambas, con la diferencia de que en el teatro siempre me acompaña un personaje y en los cuentos es Edgar Valeriano el que cuenta las historias.

¿Qué proyectos se vienen en la vida de Edgar?
Trabajamos actualmente en un proyecto subvencionado por la Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación (Cosude) y en este marco tenemos planificada la apertura de nuestra sala de teatro Bambú Centro Cultural en septiembre y en la que tendremos una programación constante de miércoles a domingo con diferentes agrupaciones nacionales y extranjeras de artes escénicas. El tener un espacio propio para ensayos y organizar temporadas es un sueño de todo grupo teatral y ahora después de 26 años lo estamos cumpliendo.

También trabajamos en la organización del XXVII Festival Internacional de Artes Escénicas Bambú 2017 y con el mismo proyecto estamos girando con nuestras obras en repertorio a nivel nacional e internacional. Estrenaremos dos nuevos espectáculos, el primero de creación colectiva del GTB titulado “Temblad gigantes del mundo” en conmemoración a los 400 años de la muerte de Miguel de Cervantes Saavedra y el segundo “Sepa Dios”, de Felipe Acosta