A pesar de la declaratoria de emergencia, las críticas y amenazas directas o indirectas del presidente de la República y hasta las anunciadas sanciones contra los huelguistas, la crisis en Salud continúa y hasta amenaza con empeorar.
Y es que si bien, las huelgas en sectores como salud y educación son condenables, porque a quienes más perjudican es a los más necesitados y vulnerables de la sociedad, lo cierto es que no solo son producto de la falta de conciencia social de quienes participan en ellas, sino también de la ineptitud, de la parsimonia, de la inacción, de la mala administración de quienes han sido puestos al frente de las secretarías de Estado respectivas.
Cuando el incumplimiento de los ministros con los compromisos adquiridos con sus subalternos son fruto de la falta de dinero, entonces la culpabilidad es compartida con sus homólogos que manejan los recursos del Estado, con los planificadores y con el propio presidente de la República, quien es el principal responsable tanto de la forma de hacer las cosas como de nombrar a quienes ejecutarán las acciones para concretarlas.
Una huelga hospitalaria, con el abandono hasta de las emergencias, jamás debería permitirse y mucho menos que se prolongue casi mes y medio, como ocurre en la actualidad.
Pero aquí la negligencia es tal que, al menos según los propios huelguistas, ni siquiera se les han oficializado las sanciones que fueron anunciadas con bombos y platillos el lunes.
Por si eso fuera poco, los médicos especialistas han anunciado que podrían irse a la huelga la próxima semana porque a unos 160 de ellos se les adeudan pagos de 2010 y 2011. O sea que no se ha solucionado un largo conflicto y ya está otro a la vista.
Todo porque la Secretaría de Salud asume compromisos y no los cumple.
El Dr. Bendaña dijo el viernes sentirse “tocado” porque en la víspera el presidente Lobo había expresado públicamente su frustración al decir que andaba buscando un buen ministro para que “ponga orden en Salud”, pero las cosas siguen igual y más bien podrían empeorar.