Pretender estigmatizar la oposición a las Redes Especiales de Desarrollo (RED) con el mote de ideológica es ignorar la realidad. Es desconocer una dinámica social que en Honduras, tan sui géneris, hace tiempo rebasa el pareo izquierda–derecha. Las ansias de justicia, integridad-anticorrupción, equidad, todas desatendidas por ambos lados y en general del bien común relegado por el beneficio de dirigentes de izquierda y de derecha, definen la opinión pública.
Hoy esa denominada izquierda, aunque beligerante, solo es una izquierda, no la izquierda, y está regida por seres incoherentes que en nada reflejan el idealismo y desprendimiento que se atribuye a la izquierda.
Por el contrario, su manejo delictivo de los bienes públicos, ampliamente conocido, aunque escasamente difundido por los medios de comunicación y menos aún perseguido por los operadores de justicia, les evidencian como seres sin credo, sin principios, sin compromiso patrio, y la izquierda real sí los tiene. Es la ambición de poder y riqueza su motor.
Y han terminado por ser copias de las más repulsivas expresiones de derecha allende fronteras, porque aquí no ha habido nada tan condenable como esa supuesta izquierda que ya mostró su habilidad en retrasar el progreso nacional. Parte de sus seguidores, buenos como ingenuos, lo que exigen es transformación de las estructuras injustas, así como transparencia y eficiencia en la conducción del estado.
Exactamente igual que varios sectores de supuesta derecha. Si aquellos oportunistas se dicen de izquierda, es porque no pudieron encontrar en la derecha, la prodigalidad de recursos a despilfarrar en comprar conciencias, torcer la legalidad y ofender la dignidad ciudadana. Si no, serian de derecha. Tan pragmáticos ellos.
O sea que el celo en la defensa de los intereses nacionales, del resguardo de la constitucionalidad, en definitiva no son asuntos de ideología, sino de patriotismo. Del que se encuentra en una izquierda y en una derecha.