Con el comienzo oficial de las reuniones o concentraciones políticas de quienes aspiran a cargos de elección popular, inician las expresiones contra la verdad. Los hondureños tienen que soportar de aquí para adelante las mentiras de los candidatos a las alcaldías, a diputados y a la Presidencia de la República.
El o la presidenciable se esmera en preparar su discurso para entrarle de lleno a la campaña política; cree que programándole las mentiras oficiosas al electorado bastará para ganar su voluntad al momento de las elecciones.
La mayoría de los que aspiran se las ingenian para alcanzar que el hondureño vote por ellos al momento de la escogencia; muchos buscan con sus promesas agradar o servir en el momento que solicitan apoyo sin importar el cumplimiento cuando logran el objetivo.
El tiempo comenzó con el cual los ciudadanos debemos digerir todas las manifestaciones o expresiones hechas por la clase política, contrario a lo que sabemos, pensamos o creemos sobre la realidad que vive el país.
Tratan de distorsionarnos el concepto de patria amparándose en la necesidad de esperanzas que tienen los hombres y mujeres que, ante la necesidad y falta de información, se convierten en presa fácil de quienes en estrados y escenarios ofrecen el Sol y la Tierra.
Los embusteros llegaron de nuevo, con los cantos de sirenas, rasgándose las vestiduras enfrente de las masas, tratando de convencer, de llevarlos a las urnas, de comprometerlos antes y durante las elecciones; que esta vez será distinto, que los compromisos del pasado no se cumplieron porque otros no quisieron.
Echarle la culpa a los demás será el plato del día, las finanzas del Estado nos las dejaron vacías, se robaron el dinero, los pobres aumentaron por aquellos, las carreteras están malas porque fulano, zutano, mengano o perencejo las dejaron en mal estado; no hay medicinas en los hospitales porque el negocio de la compra venta lo hicieron otros; en fin, será la de nunca acabar.
La delincuencia, la criminalidad, el narcotráfico, el crimen organizado y hasta el terrorismo tendrán nombres y apellidos, la meta es llegar a ocupar un cargo importante en el próximo periodo gubernamental, la forma como se logre sale sobrando, el fin justifica los medios.
La falacia está de moda en Honduras, allí del que quiera vestirse con ella, es fácil identificarla, basta con oír y ver como se pelean los políticos del patio por estar en la palestra pública; no les importa haberle fallado al pueblo, están dispuestos a seguir haciéndolo. Estos incluso ignoran que el pueblo, a pesar de ser iletrado, aprendió la lección; cuando está enfrente de los políticos, oye, come y calla y al momento de ir a ejercer el sufragio se acuerda de las promesas incumplidas y vota por quien la mente le indica en ese instante que lo repite cada cuatro años.
El hondureño hace lo correcto, escuchar a todos, y hace su propio juicio cuando le toca decidir. Asiste a los actos políticos públicos para conocer más sobre este o aquel candidato y en muchas oportunidades, para no causar dolor, para evitarle un disgusto al aspirante y contrarrestar las mentiras de este, dice su mentira piadosa.