Opinión

Ni izquierda ni derecha

Trotskistas sin haber leído a Trotski, los “izquierdistas” hondureños llevan años en conflictos sectarios y ambiciones de poder que, irónicamente, le han ayudado mucho a la derecha que tanto satanizan y contra la que tanto luchan, y que en primera instancia es muy culpable del desastre de país en que vivimos.

Van a los restaurantes de comidas rápidas, los he visto personalmente comprando en tiendas caras y pasan ensimismados mandándose cadenas de consignas “contra el imperio y el capital” en sus redes y teléfonos inteligentes.

En fin, están muy contentos con el sistema contra el que dicen estar luchando. No obstante hay que dejar muy claro que les encanta usar los términos “golpista”, “oligarquía”, “capitalismo avorazado”.

La pregunta es, ¿hay izquierda en Honduras? La respuesta es No, al menos en el sentido estricto del término. No tienen un partido político fuerte con tradición histórica (Libre y el FNRP son productos del golpe de Estado de 2009), carecen de cuadros políticos bien formados (personalmente he ido a sus “escuelas de formación política”, irrisorias disertaciones de odio y cínicas críticas al capitalismo).

En la derecha las cosas no marchan mejor: el “bipartidismo” del país es un partido liberal ultraconservador y un partido nacional irónicamente más liberal que los liberales mismos.

Ambas instituciones han resultado severamente dañadas y es obvio que si una de las fuerzas cae la otra también se vendrá abajo dado que son indisolubles en tanto han mantenido muy bien su statu quo repartiéndose el poder durante décadas.

Por otra parte, tienen bien controlada a una población altamente ignorante, a través de medios de comunicación con programación poco inteligente.

De más está decir que Honduras no es precisamente el hogar de una revolución en materia educativa, lo que le conviene a esa “derecha nefasta” (en la jerga revolucionaria).

La derecha está integrada por unos políticos de apellidos tradicionales venidos a menos durante el siglo XX, que gobiernan para una élite empresarial nacionalizada, que poco o nada tiene interés en el país.

Pero vamos, están muy unidos, riéndose –supongo— de la estupidez de sus “oponentes”, cuya beligerancia se mide haciendo grafitis en el patrimonio nacional y despotricando ininteligiblemente en dos o tres canales de televisión.

No tienen una oposición inteligente, no escuchan a la intelligentsia de izquierda, y usan a Lempira y Froylán Turcios (quien ha de estar revolcándose en su tumba) como símbolos identificativos de su causa.

Al momento de culpar, obviamente, la derecha se lleva la mayor parte del pastel: cien años de malos gobiernos comprueban que no han servido para nada. Y a la izquierda, sea como sea, no se la puede juzgar dado que no ha podido gobernar libremente. Pero sus actos y forma de actuar no son dignos de un estruendoso aplauso.

Mientras ellos siguen peleando, usted y yo pagamos la gasolina cara y vivimos con la incertidumbre de que nos puedan matar en cualquier momento, ya sean delincuentes o la Policía misma.

Así que ni izquierda ni derecha, en Honduras el pueblo —si es que logra despertar algún día— es quien debe hacerse con el poder, libre de ideologías sin sentido, buscando el bien de todos.

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