Tenía razón Perón cuando se esforzaba, hasta el final de la contienda, en eludir las presiones Aliadas y no declarar la guerra al Eje.
De verdad lo hacía -contaba mi abuelo que había sido su compañero en la Escuela Militar- porque simpatizaba con Mussolini.
En cualquier caso, acertaba ya que la Segunda Guerra Mundial (SGM) fue un fracaso como lo demuestra el actual gobierno argentino, discípulo de Perón.
Este conflicto produjo al menos 60 millones de muertos, amén de destrozos materiales incalculables.
Aunque las estadísticas son odiosas porque la pérdida de una sola vida humana es inaceptable, lo cierto es que el democráticamente electo Hitler jamás hubiera logrado tanto antes de caer por su propio peso.
La SGM no consiguió su objetivo, no desterró las tiranías sino que fortaleció a la sangrienta dictadura soviética (no electa) que, luego, fue desarmada por métodos pacíficos. Entretanto, el fascismo vive.
La opinión pública mundial se espanta por el xenófobo Frente Nacional francés, de Marine Le Pen, pero Francia está lejos del peronismo argentino.
Durante la última reunión finalizada en Cádiz, la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) ubicó a la Argentina junto a Venezuela, Ecuador, Bolivia y Nicaragua, entre los países cuyos gobiernos están “ensañados” con los periodistas y medios críticos: “En los últimos meses se han multiplicado y agravado en la Argentina las agresiones contra periodistas”.
Pero no solo persiguen periodistas. Como buen gobierno fascista, ha sido eficaz en el manejo de la propaganda.
Además del irreal crecimiento a tasas chinas que vendieron a todos, durante su campaña “por los derechos humanos” se fabricaron una aureola de antiviolentos, mientras metían a miles en cárceles que son una verdadera tortura psicológica y física.
Los argentinos, de a poco, se han ido acostumbrado tanto a la violencia (empezando por el delito común que es directamente atribuible al gobierno que crea la marginación y pobreza) que les parece normal el feroz y creciente apriete a ciudadanos, periodistas, jueces y empresas que se implementa desde la Casa Rosada.
Y ahora, además de exacerbar el nacionalismo con las Malvinas, realizan un acto en el estadio de fútbol de Vélez, con todas las características del fascismo, un acto “para la obediencia” para que, durante su discurso, “la Presidenta marque el camino… Vamos a decirle: Compañera cuente con nosotros para lo que falta”.
La fecha elegida fue el 27 de abril, aniversario del día en que Néstor Kirchner participó de la elección presidencial en la que, con el 22% de los votos, irónicamente, quedó detrás de Menem, que no se presentó a la segunda vuelta.
En fin, anticipándose a los psicólogos modernos, desde hace centurias, dice la mística cristiana que la paz se da en la medida en que se vive conforme a la naturaleza (creada por Dios).
En otras palabras, cuando se pierde la paz interior es porque se aleja de la naturaleza humana, subvirtiéndola.
Dijo la presidenta argentina que sintió “una terrible angustia” antes de anunciar la confiscación de YPF, lo que es coherente ya que estaba cometiendo un acto contra natura y no acordando con todos los involucrados, de hecho tuvo que violentarlo utilizando la fuerza policial del Estado.