El panorama socioeconómico que ya está afectando al mundo, en especial a las naciones del Tercer Mundo, se relaciona directamente con un conjunto de factores, entre ellos, las constantes alzas en el petróleo y el gas natural -las mayores desde 2014- con efectos multiplicadores en la canasta básica de alimentos, insumos agrícolas, transporte y medicamentos; adicionalmente, la crisis logística en las cadenas de suministros, la insuficiente cantidad de contenedores en los puertos asiáticos, lo que encarece las importaciones de bienes y productos y el alza en los fletes.
Todo ello incide en la inflación, al punto de que el Fondo Monetario Internacional pronostica un proceso inflacionario prolongado e indefinido respecto a cuándo finalizará.
Algunas cifras revelan la magnitud de las desigualdades planetarias: el costo de vida diario del 48% de la población mundial es de menos de dos dólares, el 26% de la población mundial vive menos de catorce años, las tasas de vacunación son muy bajas en las naciones pobres comparadas con las de los países prósperos.
Tales desabastecimientos obligan a gobiernos y sectores privados, incluyendo a los de Honduras, a planificar desde ahora la manera en cómo deben enfrentar la coyuntura, tomando en cuenta las crecientes alzas en los costos de producción.
Reviste carácter urgente el poner en práctica alternativas, tales como la sustitución de importaciones para estimular la producción local, tal como sucedió al impactar la Gran Depresión en 1929, el revisar los montos que el Estado percibe en concepto de impuestos a los combustibles, verificar la fórmula de la cadena de comercialización del “oro negro”.
Que no estemos con la guardia baja, tal como ocurrió cuando irrumpió la pandemia del covid-19 en marzo de 2020.
Todo ello incide en la inflación, al punto de que el Fondo Monetario Internacional pronostica un proceso inflacionario prolongado e indefinido respecto a cuándo finalizará.
Algunas cifras revelan la magnitud de las desigualdades planetarias: el costo de vida diario del 48% de la población mundial es de menos de dos dólares, el 26% de la población mundial vive menos de catorce años, las tasas de vacunación son muy bajas en las naciones pobres comparadas con las de los países prósperos.
Tales desabastecimientos obligan a gobiernos y sectores privados, incluyendo a los de Honduras, a planificar desde ahora la manera en cómo deben enfrentar la coyuntura, tomando en cuenta las crecientes alzas en los costos de producción.
Reviste carácter urgente el poner en práctica alternativas, tales como la sustitución de importaciones para estimular la producción local, tal como sucedió al impactar la Gran Depresión en 1929, el revisar los montos que el Estado percibe en concepto de impuestos a los combustibles, verificar la fórmula de la cadena de comercialización del “oro negro”.
Que no estemos con la guardia baja, tal como ocurrió cuando irrumpió la pandemia del covid-19 en marzo de 2020.