Editorial

Estudiantes

Mañana se conmemora la fecha dedicada a ellas y ellos, inscritos en los distintos niveles educativos, desde preescolar hasta posgrados. A partir del 2019, con el ingreso devastador del coronavirus, el sistema público de educación se ha ido deteriorando aceleradamente hasta la actualidad

Las cifras no mienten ni engañan: cada año, entre 2018 y 2023, el país pierde más del 2% de la matrícula escolar por las debilidades de tal sistema estatal: falta de insumos, carencia de suficientes maestros, escuelas y colegios deteriorados e insalubres.

La deserción escolar ratifica tal estadística provocada por la pobreza y la migración, además, tal como lo señalamos en un editorial anterior, la politización y desorden imperantes en la administración educativa, cada vez más notorias.

Más de 8,000 centros educativos funcionan con uno o dos docentes, recargando a maestras y maestros en su labor de enseñanza. El 2022 más de 12,000 docentes trabajaban bajo tal modalidad.

Las actuales autoridades que presiden la Secretaría de Educación decidieron no participar en las pruebas internacionales, totalmente objetivas y reconocidas a nivel mundial, realizadas por el Programa Internacional de Evaluación de Alumnos (PISA), que miden la capacidad de los alumnos de 15 años para utilizar sus conocimientos y habilidades de lectura, matemáticas y ciencias para hacer frente a los retos de la vida, permitiendo a los países definir sus políticas educativas orientadas al desarrollo integral.

La razón para este rechazo, por demás absurda e ilógica, de acuerdo con el viceministro Edwin Hernández es que las mismas son “anacrónicas, van en contra del magisterio, de los alumnos, no nos interesan que nos evalúen medios de la derecha”.

Esta perjudicial decisión afecta directamente tanto al estudiantado como a las madres y padres de familia, deseosos de que sus hijas e hijos reciban educación de calidad, relevante y pertinente. Al no recibirla, optan, quienes pueden hacerlo, por transferir a sus vástagos a centros educativos privados, o bien que se inserten en el mercado laboral para contribuir al precario presupuesto familiar