Editorial

Escasez de mano de obra

Resulta paradójico que con altas tasas de desempleo y subempleo, tanto en el área urbana como rural, se torna cada vez más difícil contratar personal en rubros como la construcción, el corte del café, las microempresas u oficios domésticos. Esa contradicción tiene una respuesta de carácter económico: la atracción que significa para miles de compatriotas el poder insertarse en mercados laborales extranjeros, particularmente en países en donde el circulante oficial es el dólar o el euro, con escalas salariales superiores a las que ofrecen el sector público y privado nacional.

Esta compleja problemática tiene diversas aristas: la seguridad de quienes optan por abandonar su patria en búsqueda de trabajo, las condiciones garantizadas por los patronos, tanto relacionadas con el pago como con la protección en el desempeño de la plaza. Pero también contribuye la falta de información respecto a las vacantes disponibles, por lo que tanto las cámaras de comercio e industria como la Secretaría de Trabajo divulgan ofertas laborales.

Quienes logran aplicar a visas temporales de empleo cuentan con garantías que no tienen quienes se marchan indocumentados, expuestos a múltiples riesgos, en un trayecto cada vez más incierto y peligroso. Quienes poseen destrezas y habilidades especializadas cuentan con mayores opciones que aquellos(as) desprovistos de tales calificaciones, con lo que sus opciones se reducen significativamente.

Y es que deben competir con miles de personas procedentes de otras naciones y continentes que, igualmente, buscan oportunidades de mejora en sus ingresos personales y familiares en otras latitudes, que les permiten enviar remesas a sus seres queridos que dejaron atrás. Consecuentemente, la capacitación permanente de técnicos y profesionales resulta imperativa, sea que laboren dentro o fuera de su lar nativo, al igual que el periódico ajuste salarial vinculado con las alzas en el costo de vida, lo que contribuye significativamente a retener al recurso humano.