¡Increíble! La noticia publicada ayer en portada por Diario EL HERALDO es de esas que nos obliga a preguntar: ¿es posible que se esté construyendo una carretera en la Biosfera del Río Plátano, zona declarada por la UNESCO en 1982 como Patrimonio Mundial, y que no haya autoridad del Estado que actúe para frenar una obra ilegal?
Un equipo de prensa de esta casa editora ha confirmado en el sitio que “misteriosas personas” avanzan con la construcción de la carretera de 108 kilómetros (de los cuales 80 están terminados) entre Dulce Nombre de Culmí, Olancho, y Wampusirpi, Gracias a Dios, devastando miles de hectáreas de bosque de la Reserva del Hombre, la Biosfera del Río Plátano, la reserva de la Biosfera Tawahka Asangni y el Parque Nacional Warunta.
“En la mayor parte de la carretera, el daño a la Biosfera del Río Plátano es irreversible, ya no hay selva, solo cientos de hectáreas con potreros verdes donde se alimentan cientos de vacas”, se lee en la nota periodística, que evidencia la inoperancia del Estado, que no ha actuado a tiempo en contra de quienes destruyen impunemente este patrimonio desde hace varios años.
Es grave que autoridades del Instituto de Conservación Forestal (ICF) reconozcan que la obra, que no se sabe oficialmente quién la financia, se ejecuta sin contar con los permisos correspondientes legales y ambientales, y que, a pesar de ello, siga avanzando a vista y paciencia de las autoridades de la zona, de las autoridades nacionales, de la Fiscalía, de las Fuerzas Armadas.
Todo lo que ahí sucede solo evidencia que La Mosquitia hondureña ha sido y sigue siendo tierra de nadie, una zona abandonada por el Estado y tomada por ciudadanos inescrupulosos, ganaderos, bandas de criminales y narcotraficantes, que han encontrado en ella tierra fértil para cometer sus fechorías, tal y como lo han denunciado históricamente sus pobladores, que claman por la ayuda y la protección del Estado.