Editorial

Desempleoy subempleo

La estadística laboral es dramática: más de 2.4 millones de compatriotas enfrentan desempleo abierto o disfrazado, cifra que representa el 62% de la fuerza laboral a escala nacional. Desglosando tal cifra, el Cohep calcula que 1,846,507 están subempleados y 348,513 desempleados, y 256,363 han perdido la esperanza de encontrar una plaza y han desistido de continuar en búsqueda de empleo, por lo que ni trabajan ni estudian.

El conjunto de estos guarismos genera múltiples consecuencias: migración de trabajadores, técnicos y profesionales hacia otras naciones en búsqueda de oportunidades y altos niveles de frustración para quienes aún residen en su país, al graduarse y no encontrar vacantes que paguen el dinero y tiempo invertidos durante los años formativos.

El sistema educativo nacional continúa ofertando carreras que ya están totalmente saturadas en vez de crear otras en las cuales existen alta demanda por parte de los sectores público y privado, entre ellas, mineralogía, logística y mantenimiento, robótica, geología e inteligencia artificial, por mencionar algunas, a nivel de educación superior; y a nivel vocacional, mano de obra altamente especializada en electrónica, diseño industrial, rehabilitación física, optometría, riego, energía solar y eólica, entre muchas más.

Quienes optan por trabajar por cuenta propia deben contar con capital semilla y enfrentar la violencia e inseguridad reinantes, así como cortes cada vez más frecuentes en el abastecimiento de energía eléctrica. Por ello, la empresa privada concluye que es “urgente crear condiciones adecuadas y un clima de inversión favorable para el desarrollo de empresas y la generación de trabajo”.Urge una alianza estratégica, a la brevedad, de la academia y el sector privado para hacer frente a este creciente y complejo fenómeno social, educativo y económico.