Columnistas

Venceremos al Covid-19 con solidaridad

En 1847 el joven húngaro llamado Ignaz Semmelweis descubrió que si los médicos se lavaban las manos antes y después de atender los partos la mortalidad de las mujeres se reducía considerablemente, pasando de un 10 a un 1%. Era frecuente para las mujeres que daban a luz en esa época contraer la fiebre puerpueral. A pesar de este gran descubrimiento Semmelweis fue tratado injustamente por sus compañeros médicos. Se negaban a aceptar que los médicos mismos favorecían las muertes en los partos. Ignaz fue expulsado injustamente del Hospital de Viena por sus superiores. Dos décadas después con los descubrimientos de Pasteur, Koch y Lister se confirmaron los aportes a la medicina del médico húngaro.

Recuerdo esta historia porque en el caso de la actual emergencia sanitaria provocada por el coronavirus somos nosotros mismos los posibles portadores de los virus que contagian a los demás. Es posible que no queramos dañar a los demás, tal vez alguno de los que lea estas líneas (Dios no lo quiera) sea portador asintomático del Covid-19 y contagie a sus amigos y seres queridos sin darse cuenta. Mucho se nos insiste en medidas de prudencia para mantenernos en nuestras casas y aumentar las medidas de higiene como el lavarse las manos con frecuencia. Sin embargo, existen otros virus más profundos que el Covid-19 y que seguramente serán causa de algunas muertes. Me refiero al virus del egoísmo que hace a algunos pensar solamente en ellos mismos y llevarles a vaciar sin necesidad los estantes de supermercados. Hablo también de los egoístas que parecen no caer en la cuenta de las actuales circunstancias y continúan desinformando a los demás sembrando sospechas. El egoísmo es también la causa de que algunos se beneficien de las circunstancias y piensen solamente en sacar provecho personal vendiendo insumos como gel o mascarillas a precios desorbitantes. No me gustaría pensar tampoco que alguien se atreviera a seguir en las andadas valiéndose de las circunstancias para continuar con sus comportamientos de corrupción habituales. Recién miré una fotografía de Italia en la cual todos los inquilinos de un edificio pusieron banderas de su país en los balcones. China envió mascarillas médicas a Italia y puso en las cajas un poema de Séneca, antiguo filósofo romano: “Somos olas del mismo mar, hojas del mismo árbol, flores del mismo jardín”. Japón donó suplementos médicos a China y puso en las cajas un poema budista: “Tenemos diferentes montañas y ríos, pero compartimos el mismo sol, la misma luna y el mismo cielo”. Los hondureños ¿Qué haremos? Solo la solidaridad nos sacará a todos juntos de esta dificultad como no la ha conocido la historia moderna.

La solidaridad es el humus en el que puede crecer con fuerza la misericordia. Del latín solidum, solidaridad denota la convicción de pertenecer a un todo, de modo que percibimos como propias las vicisitudes ajenas. Obedezcamos estrictamente las medidas de prudencia indicadas por las autoridades. Aprovechemos estos momentos para crecernos y colocarnos a la altura de las circunstancias. Ya lo hicimos en otros momentos de catástrofes cuando los hondureños sacamos lo mejor de nosotros mismos y nos comportamos de forma justa, misericordiosa, comprensiva y solidaria.

La sociedad no será la misma después de esta pandemia. Espero en Dios que también nosotros seamos diferentes.