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Urge un buen gobierno

Los hondureños seguimos esperanzados en que el nuevo gobierno cumpla con sus promesas de darle a los hondureños un buen gobierno. Gobernar no es dedicarse a criticar y a vengarse de los que gobernaron anteriormente.

Los que ostentan el poder deben estar conscientes que una vez pasadas las elecciones, el nuevo gobernante tiene la responsabilidad de tomar decisiones y actuar buscando el bienestar de todos y no solo de los que votaron por su partido.

En el caso de Honduras, nuestro país tiene aproximadamente 10 millones de habitantes, los electores habilitados para la última elección fueron 5.2 millones y el partido ganador obtuvo 1.7 millones de votos, que representan el 17% del total de habitantes. En otras palabras, no se puede pensar en gobernar dejando por fuera a la gran mayoría de la población, integrada por hombres, mujeres y niños.

Los buenos gobiernos se caracterizan por mantener y respetar un marco institucional que inspire confianza y que garantice el respeto y la aplicación de la ley. Esto se demuestra mediante acciones para luchar contra la corrupción, proteger y garantizar los derechos humanos de toda la población, tomar medidas para la preservación del medio ambiente y proveer de la protección adecuada a la ciudadanía.

Además, como administrador de los recursos públicos, el buen gobierno debe implantar mecanismos de rendición de cuentas, ejecutar esquemas de medición y seguimiento con resultados cuantificables, caracterizándose por una buena gestión y honestidad en el manejo de los recursos públicos, y aplicando correctamente la ley, castigando a los que se aprovechan del poder para su propio beneficio o el de sus allegados y seguidores.

Nuestro país, por primera vez en su historia, le ha dado la oportunidad a una mujer para que lo gobierne, con la esperanza que finalmente se tomarán decisiones y acciones que sean de beneficio para todos y se instaure un marco institucional que promueva la inversión pública y privada que se requiere para impulsar un crecimiento económico alto y sostenido.

No hay una varita mágica para impulsar los cambios positivos que se necesitan ni es con declaraciones rimbombantes o acusaciones circenses que se va a lograr. Es con trabajo arduo y asignando las posiciones claves a profesionales competentes, honestos y con experiencia, independientemente de sus preferencias políticas.

El Estado tiene el deber de proporcionar a todo hondureño servicios gratuitos en educación y salud, pero con calidad y eficiencia. Y soñando un poco, en algún momento otorgar subsidios temporales a las personas que no tienen empleo y garantizar una jubilación para todo trabajador.

No puede ser que nuestro país siga contemplando impávido cómo miles de hondureños arriesgan su vida y muchos dejan abandonada su familia para buscar un mejor futuro en otro país.

Tenemos que unirnos todos, independientemente de nuestras preferencias políticas e ideológicas, para construir un país donde impere la democracia, haya crecimiento económico sostenido y oportunidades de empleo para que el hondureño pueda tener una vida decorosa. Lo podemos lograr todos unidos y actuando por el bien del país y de todos, no solo de un pequeño grupo de aprovechados que se turnan el poder cada cierto tiempo, para seguir haciendo lo mismo.