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¿Una nueva Guerra Fría, incluso en el Ártico?

Incluso antes del inicio de la guerra en Ucrania, varios observadores advirtieron contra un retorno a la política de las zonas de influencia, a la “política de las grandes potencias”, entre ellos el politólogo alemán Prof. Herfried Münkler o el Prof. John J. Mearsheimer de la Universidad de Chicago.

Los acontecimientos recientes confirman esta evaluación. Si observa las posiciones que los países están tomando hacia Rusia en todo el mundo, puede ver la formación de diferentes campos y esferas de influencia.

La OTAN y la UE, así como los aliados leales, no geográfica sino políticamente cercanos a Occidente (por ejemplo, Japón, Corea del Sur y Australia) se enfrentan a Rusia. Del lado ruso, los vasallos leales son Bielorrusia, y en América Latina, Venezuela, Cuba y Nicaragua. Sin embargo, muchos estados están atrapados entre las sillas, lo que recuerda al Movimiento de Países No Alineados. Sin embargo, muchos estados, incluidos muchos de África, son oficialmente “neutrales”, pero tienen tendencias hacia los EE UU y la UE o hacia Rusia o China.

El Reino Medio juega aquí un papel decisivo. La República Popular sigue un curso de política exterior que maniobra entre la neutralidad y las tendencias prorrusas.

Se ha demostrado que Rusia y China siempre se acercan cuando se sanciona a Rusia. Paul J. Bolt, profesor de la Universidad USAF, describe cómo China y Rusia están motivados para trabajar juntos por el deseo común de formar polos opuestos a los EE UU y por las ventajas pragmáticas de su cooperación (por ejemplo, las exportaciones de materias primas). Ambos se ven a sí mismos como actores importantes en un orden mundial cada vez más multipolar.

Incluso en el hielo del Ártico se puede sentir que se está gestando una nueva Guerra Fría por las esferas de influencia. China no tiene geográficamente acceso directo al Ártico, a diferencia de los miembros del Consejo Ártico, incluidos EE UU, Canadá, Rusia y países europeos. Sin embargo, la República Popular tiene intereses estratégicos en el norte y espera rutas comerciales marítimas más cortas que se abrirán con el derretimiento del hielo. Los recursos minerales también están dormidos en el Ártico, sin los cuales la “fábrica del mundo” se detendría.

Donde hay intereses económicos, los intereses militares a menudo no están muy lejos. De esta manera, China podría acercarse al área de la OTAN a través del Ártico. La fuerza naval china es ahora, numéricamente, la más grande del mundo. Aunque todavía hay cierta necesidad de modernización, China está tratando de cerrar la brecha tecnológica con los EE UU cada día más. Un área en la que China todavía tiene que ponerse al día es la flota de submarinos. Pero aquí también es probable que el profundo mar Ártico sea estratégicamente importante en el futuro.

En la superficie, China también está activa. En Yamal (Rusia), China tiene una participación en un importante proyecto de gas natural y ha construido una estación de investigación en la isla noruega de Svalbard, citando un viejo contrato de 1925. China es más cautelosa en el Ártico que frente a su propia costa. Quizás, como China sabe, tiene el tiempo de su lado.

Es importante que los países del Ártico occidental aprovechen el tiempo y desarrollen respuestas estratégicas. A pesar de toda la consternación por la invasión rusa de Ucrania, la cuestión de China no puede ser ignorada. En este siglo, a diferencia de la anterior Guerra Fría, China es el principal competidor de Occidente.